Era de noche, y acababa de terminar su jornada en la cafetería de su tía Rose, llegaba en su Mini blanco que tanto la gustaba, estaba un poco viejo pues le fallaba a veces pero en general iba como la seda. Estaba escuchando un disco de los Beatles y le había llegado el turno a Norwegian Wood, la estaba cantando porque esa canción siempre le había gustado y sentía mejor cada vez que sus delicadas notas llegaban a sus oídos.Cruzó la calle Memento cuando tuvo que frenar el coche pues el semáforo rojo, que iluminaba su rostro y el capo del coche, la prohibió pasar. Esa semana Karina tenía turno de noche, había salido a la una de trabajar y estaba agotada. Aprovechó para relajar el cuello con unos estiramientos hacia los lados, y en ello estaba cuando sonó el móvil, asustándola, “¿Quién me llama a estas horas?” pensó cuando vio que indicaba número perdido. Sería su novio queriéndola gastar una broma, era tan bromista.
Respondió: –Sí, ¿Quién es?–Eso no importa, dime ¿Cuál es tu película de terror favorita?–Vale ya, Richard –su novio– sé que eres tú. Corta el rollo.–No soy el puñetero Richard, responde a mi pregunta de una vez, ¿Cuál es tu película de terror favorita?No le estaba gustando el cariz que estaba tomando la conversación por lo que decidió colgar. Mejor no hablar con extraños.Llegó a su casa y aparcó en el garaje, la enorme puerta se abrió lentamente chirriando como de costumbre. Ring, Riing, Riiing. Volvió a sonar el móvil haciéndola enloquecer del susto y temblar de rabia.–Mi película favorita es Saw, la primera. ¿Por qué?–Hola, Karina. Gracias por responder a mi pregunta, te responderé diciéndote que vas a vivir, digamos, lo que siente los asesinados en esas películas muy de cerca. Por cierto te has dejado las luces encendidas.Era cierto. ¿Dónde estaba? ¿Cómo sabía aquello? Corrió a cerrar con llave la puerta delantera de la casa y a bajar la puerta metálica del garaje que volvió a chirriar molestando a los vecinos acostumbrados.–¿Qué es lo que quieres de mí, hijo de perra?–Quiero tu sangre, tus intestinos y por su puesto tu vida. Jajaja –tenía una voz aguda y resonante aunque estaba segura que distorsionada. Su voz le sonaba de alguna película pero ¿Cuál?–, te encontraré. No lo dudes. Escucha.Corrió a la cocina y cogió el cuchillo más grande que había, el de cortar carne, miraba a través de la ventana pero no vio nada. Y de repente un cristal del piso de arriba se hizo añicos dándola un susto. Por su mente pasaba todo tipo de situaciones horrorosas pero sus neuronas trataban de encontrar una salida como ratones en un largo laberinto de madera, pero esta vez el roedor era ella y no la gustaba la sensación. Estaba sudando y con todos los sentidos en alerta, imaginaba que sería el efecto de la adrenalina, pero no la gustaba, esta vez no.–¿Te he asustado?, seré sincero, era lo que pretendía pero dejemos los preliminares y pasemos al asesinato, la parte más importante de toda película de miedo.–Déjame en paz, hijo de perra, ¿Por qué quieres matarme? –dijo entre sollozos y lágrimas de terror– soy una chica normal y no quiero morir.–Te quiero matar porque el pasado siempre vuelve y porque no tienes salida. Además, mañana serás portada del periódico y en las noticias hablaran de tu cadáver, deberías de estar orgullosa. ¿No?Y colgó, el teléfono emitió el sonido que lo anuncio. Se encontraba en la entrada de la casa, detrás de ella estaba la escalera que subía a las habitaciones superiores además de la que bajaba al sótano y a los lados tenía el salón y la cocina, en frente suya estaba la puerta que daba a la calle. Estaba bloqueada «adónde voy, parece que el asesino estuviera en todas partes y todas las salidas no tuvieran escapatoria, quizá lo mejor sea bajar las escaleras hasta el sótano y esconderme en el armario de las herramientas, entro de sobra». Y así bajo las escaleras, abrió la puerta del armario y se quedó a oscuras.El móvil volvió a sonar, esta vez era un mensaje de texto: “no estás en el piso de arriba y tampoco en el central. Te he encontrado, si quieres morir pronto abre el armario, si no, espera a tu destino cruzada de brazos. P.S. ¿tienes miedo?”
De la nada en la puerta apareció el filo de un brillante cuchillo que la hizo un corte en la mano, grito de dolor mientras caían algunas gotas, entonces abrió la puerta con fuerza e hizo que el asesino disfrazado callera de espaldas al suelo. Subió corriendo las escaleras hasta la entrada y allí se volvió a encontrar con él, ¿Cómo era posible que estuviera en tantos sitios a la vez, era algún tipo de visión o se estaba volviendo loca? Le miró la máscara, el fantasma abría la boca perpetuamente como dando un grito enloquecido imposible de no oír, tenía la misma forma que tenía el rostro del cuadro El grito de Munch, el asesino saco de entre las telas de color negro un gran cuchillo y la asestó una puñalada en el estómago, salió corriendo como podía, llegó a la entrada e intento salir por la puerta blanca que se tiño de rojo al posar su mano sobre ella, al llegar al jardín grito, pero llegaron los fantasmas y la cortaron la garganta. La sangre se esparció como si se tratara de una alfombra de forma imperfecta cuando su cuerpo inerte llegó al suelo. La cogieron cada uno por un lado y la volvieron a introducir en su casa, en su enorme casa. dieron un portazo y no se volvió a saber más de Karina Cotton.