“Dejemos a las iglesias, dejemos a los teólogos la tarea de hablar de los dogmas… Que la Masonería permanezca siendo una institución abierta a todos los progresos y a todas las ideas morales y elevadas… Que no descienda jamás a la ardiente arena de los discursos teológicos, que sólo han traído –creedlo en quien os habla- trastornos y persecuciones. Que [la Masonería] se guarde de querer ser una iglesia, un concilio o un sínodo, pues todas las iglesias, todos los concilios y todos los sínodos han sido violentos y perseguidores, y eso por haber tomado como base el dogma que, por naturaleza, es esencialmente inquisidor e intolerante”
(Extracto del discurso del Gran Maestro Frédéric Desmons -pastor calvinista- en el Convent de 1877 del Gran Oriente de Francia).
Unas palabras que hacen pensar y actuar.