Pues si, hoy voy a hablar de esta palabra, una palabra que toda madre sabe que llegará algún día a formar parte de su propio diccionario de la maternidad, pero que espera que llegue lo más tarde posible.
Por desgracia para mí, ha llegado antes de lo que pensaba.
Recuerdo que leyendo el post de Yo no soy superwoman, de hace dos semanas (L de LLamada) pensé, qué afortunada soy porque todavía no había recibido nunca aquella llamada de la guardería, una llamada en la que se te paraliza el corazón hasta que consigues enterarte de lo que ha pasado.
Bueno, pues el martes pasado recibí “esa llamada”. Me dijeron que jugando en el patio con el tobogán, se torció el pie y cojeaba, aunque él estaba perfectamente…
Como no parecía demasiado grave, esperé a que comiese allí y, nada más terminó, fui a buscarle. Le llevé al pediatra con la esperanza que me dijese que no era nada, pero al verificar que no era el tobillo sino que era la espinilla lo que le dolía, me mandó al hospital.
En el hopital, tras la radiografía ,me dieron la noticia que jamás pensé que me darían, pues yo seguía convencida de que sería solamente una contusión. Pero no, tenía una pequeña fractura en la tibia…
Mientras le escayolaban hasta la ingle hice todo lo posible para que fuese como un juego, aunque solo tenía ganas de llorar, no me creía lo que estaba pasando.
Aguanté todo lo que pude, hasta que le coloqué en el coche para volver a casa y estallé a llorar. Mi pequeñito tenía una escayola enorme y la tendría puesta durante bastante tiempo… No me lo quería creer.
Al llegar a casa el pobre, se quedó accurrucadito en mis brazos en el sofá toda la tarde.
A día de hoy, puedo decir que este accidente (porque ha sido un accidente, nadie tiene la culpa) me ha enseñado muchas cosas, una de ellas es la capacidad que tienen los niños de aguantar y de hacer pequeños los problemas.
Desde el segundo día, ha estado como si nada, tan contento y feliz como siempre, después de tan solo 4 noches ha conseguido acostumbrarse a su “pata de palo” y dormir como una marmota ,como le caracteriza.
Mañana iremos a la revisión y espero que nos den buenas noticias, que todo va muy bien y la fractura va cerrando, seguramente le pondrán otra escayola, que, por supuesto, volveremos a decorar.
La moraleja que saco de esto es que los accidentes son lo que son, y que ojalá sean todos así, pequeños sustos de los que se sale y se lleven con buen humor. Porque con poco más de dos años y medio ha tenido el primero… y aunque me gustaría que fuese el último… seamos realistas, es un niño...
Asi que, con sabor a amargura le doy la bienvenida a mi diccionario de la maternidad a esta dichosa palabra : Accidente