El domingo, día 9 de Junio, mi niña Claudia, cumplirá 1 añito!!!
Y no podía menos que dedicarle mi entrada en mi pequeña aportación al Diccionario Maternal (GOM).
Cuando decidimos quedarnos embarazados por segunda vez, en ningún momento, pensé en todo el calvario que tenía que volver a pasar. (Hago aquí una acalaración: Mis dos hijas son de tratramiento ICSI). Todo el sufrimiento, que había vivido, los cambios hormonales, los fracasos ante los negativos se habían borrado de un plumazo al ver las dos rallitas del primer predictor), así que, volvimos a repetir en todo.
En el mes de septiembre de 2011, nos encaminamos a la consulta del IVI, donde teníamos cita con la Dra Labarta, profesional como la copa de un pino que ya nos había acompañado en nuestro primer tratamiento. Hablamos con ella, miramos fechas y a principios de octubre estábamos manos a la obra. NO hicimos ninguna variación, el primer tratamiento había ido muy bien, así que pensábamos que en el segundo mi cuerpo respondería igual... Pero... SORPRESA... Cuando ya has cumplido los 35, parece ser que tu cuerpo decide no seguir generando folículos de la misma manera que un par de años antes... y es que cada año que pasa, es un obstáculo en la carrera para ser madre.
Repetimos el patrón, vimos todas las posibilidades, y llegó el día de la punción.. Lo recuerdo como uno de los mejores momentos, desde entonces, entiendo a Michael Jackson y su afición al Propofol. Unos días más tardes, la temible llamada del IVI, donde decían que habían fecundado 3. Y que el día X tenía que ir a la transfer.. Y allí que nos fuimos.
Decir que desde ese día y hasta hoy, todos los acontecimientos vividos, te han marcado a fuego vivo. Desde ese mismo momento, supe que todo había ido bien... Seguí con mi vida normal, hasta que pude. No pude dedicar todas mis ganas y mis fuerzas a reposar tu embarazo... y eso te ha convertido en una lagartijilla.
Naciste con un máster bajo el brazo, que nos lo curramos entre las dos. No sólo lo viviste conmigo, sino que a los 10 días y a punto de acabarlo, te viniste conmigo a las clases. Mamaste desde el pupitre y desde la sala de lactancia que nos proporcionaron.
Me costó mucho dejar a tu hermana en Valencia, los días previos a que nacieras, pero como te lo olías decidiste llegar casi un mes antes, y tener a tus papás para tí sola, es como si supieras lo absorbente que puede llegar a ser tu hermana.
Después de haber pasado 9 meses avión, maleta, carro, pierna rota y barriga arriba y abajo, mi cuerpo decidió que ya no podía más y el primer fin de semana que decidí estar tranquila, dijiste... allá voy.
Aún recuerdo, cuando empecé con las contracciones, la llamada a la matrona, el examen del ginecólogo, la decisión de la cesárea, el haber vivido cada momento del parto, atenta a todo lo que sucedía, la charla distendida con el personal de quirófano, y las risas con Tania, que el día anterior habíamos cenado en la mesa de al lado, y el cachondeo por si me ponía de parto.
Creo que todos y cada uno de esos momentos te han hecho una niña muy especial: eres una superviviente, ya os contaré otro día mi embarazo, que si no hoy no acabo nunca.. y me queda lo más importante por contar.
Has vivido junto a mí, la presión del "notrabajo", los ataques de ansiedad, el "noquererseguirenIbiza". He procurado que no lo sufrieras.
Todo el mundo que te conoce te recuerda por cómo arrugas la nariz cuando te ríes, por lo poco que lloras, por lo bien que comes ahora.
Pero, yo que soy tu madre, te quiero por muchas cosas, pero especialmente:
Por cómo te enfadas cuando no le puedes coger el muñeco a tu hermana
Por cómo protestas porque ya no quieres estar en el carro y quieres que caminemos juntitas
Por lo rápida que eres para quitarle las chuches
Por como te gusta recostarte sobre mi pecho cuando estás cansada.
Por cómo mueves las piernas cuando te acuesto
Por la sonrisa con la que me recibes cuando entro en la habitación a despertarte y allí estás sin decir nada.
Por ese genio que estás sacando, que ya viene mostrando tintes "vinagriles".
Por cómo sonríes cuando ves a tu hermana
Por cómo me echas los bracitos, después de un ratito sin verme.
Por cómo dices"teta"
Por cómo cierras la boca cuando no quieres la fruta.
Por cómo cada vez que ves a la tía Maite, te quieres ir con ella, aunque sólo un poquito.
Por la felicidad que irradian tus ojitos
Por la dulzura que desprendes cuando estás malita
Por todo lo que me aportas, y me enseñas.
Por la paciencia que tienes con tu hermana y conmigo
Porque ser la segunda, no es nada fácil.
Y a mí también me encanta cómo arrugas la nariz
Y porque por el mero hecho de estar ahí, haces que tengo que hacer un esfuerzo extra por la educación de tu hermana, y la tuya propia, porque como me decía una amiga ayer, Paciencia y acuérdate de la teoría del espejo... Y en eso estoy... Procurando daros la mejor educación, estando con vosotras, educándoos en valores, y sabiendo que cada uno de mis actos tiene consecuencias en vosotras...
Ya sé que no hemos pasado el mejor año de nuestras vidas, pero gracias a tí, he aprendido muchas lecciones: y principalmente, que no hay nada que merezca más la pena, que quereros cada día más, y que no hay trabajo en el mundo que merezca la pena que llegue a casa cansada, agotada y estresada y sin poder daros lo mejor de mí.
Y sólo decirte ya: FELIZ CUMPLEAÑOS... Gracias por todo lo que me has dado.