Una semana más, aporto mi granito de arena en este Gran Diccionario de la Maternidad creado por la fantástica Trimade a los 30.
En esta ocasión he elegido Libertad, una palabra que me encanta, no sólo por su significado, sino también por su pronunciación ¿No os parece una palabra bonita?
Desde muy jovencita he aprendido a ser una persona libre, a respetar a la gente y a los que me rodean, pero disfrutando de mi libertad como persona. En cada etapa de mi vida he disfrutado de ella, ajustándola a cada situación, y como no podía ser menos, en la maternidad, esta bella palabra, también tiene un hueco, por lo menos para mi.
Ser madre cambia muchas cosas, dejar de hacer lo que hacías antes y dejar de pensar en tí, para pensar en el bienestar de esa personita y dedicarle el mayor tiempo posible.
Para muchos eso puede significar el robo de la libertad, la libertad conocida hasta ahora.
En cierto sentido es verdad, no puedo salir y entrar cuando me plazca, ni marcharme un fin de semana sin planearlo con antelación…Pero yo no me refiero a ese tipo de libertad, me refiero a otra cosa.
La maternidad me ha hecho libre, me ha hecho responsable de un pequeño ser al que tengo que educar a mi manera, como yo quiera, con mis valores y para que sea la mejor persona posible.
Soy libre en jugar, vestir, comprar, leer… es decir, criar a mi hijo como me plazca, y se que se será de la mejor manera posible porque así lo he elegido yo.
Ser madre me ha dado libertad para hacer el tonto sin que la gente me mire raro y, si me miran raro, ya no me importa porque a mi hijo le divierte. Si, me encanta hacer el tonto y ahora tengo la excusa perfecta, ya no tengo vergüenza, soy libre para hacer las tonterías que hagan falta para ver a mi hijo sonreír.
La maternidad me ha dado una libertad que desconocía, me siento libre y, por lo tanto, me siento muy feliz. No podré salir como hacía antes, pero es que tampoco me apetece. Tengo la libertad de salir y disfrutar de mi tiempo libre con quien realmente quiero, que es mi hijo.