Revista En Femenino

La Maternidad de la A a la Z: N de Neuronas

Por Conmdemamá @CONMDEMAMI
La Maternidad de la A a la Z: N de Neuronas
Y así, casi sin darnos cuenta, hemos pasado el ecuador de nuestro diccionario maternal: 15ª EDICIÓN. Aunque por suerte, con eso de que ahora las entregas son quincenales, parece que aún nos quedan unos meses más de disfrute. Gracias Vero, reina del AZ, por ese cambio de "normas" :) 

Para hoy me rondaban varias letras en la cabeza y no tenía nada claro por cual decantarme, pero de repente, un "golpe de suerte" (o lo que viene siendo un trompazo en todo el cabolo con la esquina de la puerta del armario, el mismo que tú, previamente y a conciencia, NO has cerrado) me ha hecho ver la luz: ¿NEURONAS, PARA QUÉ OS QUIERO?Así que después de la inevitable revelación... He decidido que voy con la N de NEURONAS, que dicho sea de paso, no estaba dentro de las que navegaban por mi cerebro. Según el diccionario de la RAE:neurona.
(Del fr. neurone, y este del gr. νεῦρον, nervio).

1. f. Anat. Célula nerviosa, que generalmente consta de un cuerpo de forma variable y provisto de diversas prolongaciones, una de las cuales, de aspecto filiforme y más larga que las demás, es el axón o neurita.Real Academia Española © Todos los derechos reservados
Complete neuron cell diagram esVamos, que no hay sorpresas. Las NEURONAS son lo que hemos estudiado toda la vida que eran: un tipo de células del sistema nervioso que se encargan de recibir los estímulos y conducir los impulsos nerviosos, y gracias a las cuales mostramos cordura en algunos momentos del día. Sin ellas, no estaríamos cuerdos ni dormidos. 
Llegado este momento algunos os estaréis planteando pues si es que llegasteis tarde al reparto de neuronas el día que tocaba hacer cola. Tranquilos, si os sirve de consuelo, por aquello de mal de "pocos", consuelo de "muchos", yo ni siquiera llegué. ¿Que por qué? Sencillo, porque si tuviera NEURONAS hay cosas que no me ocurrirían. O quizás sí... Pero porque las haría adrede para dármelas de rebelde o algo. Y nada más lejos, de verdad.
Otra posibilidad que he contemplado es que, como todo hijo del vecindario, haberlas haylas, vamos, que NEURONAS tengo. Pero pocas. O tal vez, tengo un promedio normal, pero se van de festipower bastante a menudo y, cuando más las necesito, no están, bueno, están pero en el after con una melopea de tres pares de NEURONAS, o sea, en el piso que no toca, y claro, reciben los estímulos de aquella manera y pasan el recado que ríete tú del juego del teléfono loco.
Y yo no sé si esto ya me ocurría antes, o si era con tanta frecuencia, pero el caso es que desde que soy MADRE, no doy una. Y aquí tengo que aclarar que en lo relativo a Pichu y Rubiazo todo va viento en popa, vamos, que los niños van vestidos con normalidad (lo de los pies en los pies, y lo de las manos en las manos), hacen sus cinco comidas, llevan una higiene diaria normal y nada hace pensar que los tengo "dejaos", más bien al contrario; además de los sacos de amor que les doy (¿y quién no? ¡Si son lo mejor del planeta!), en lo relativo a ellos soy una puñetera agenda electrónica, todo el día con el aviso sonoro encendido. Ahora, cuando se trata de mí... ¡Sálvese quien pueda!
Así que he llegado a la conclusión de que esto, más o menos, debe ser lo que pasa en mi azotea en determinados muchos momentos del día:

-¡Yeeeeeeeeeeeeeeeee! ¡Hip! Que parece que la menda entra en el bañoooooooooooo, ¡hip!

- ¡Dabutin! ¡Hip! ¡se hace piiiiiiiiiiiiiiiiiiiis! ¡Abran pasoooooooooooo! ¡Hip! ¡Que hay riadaaaaaaa!

Y ahí estoy yo, levantando la tapa del excusado y sentándome en el trono cuando lo que realmente quería hacer era coger un pañal y un paquete de toallitas. Bueno, no pasa nada, ya que estamos, hagamos pipi, una cosa menos.
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- ¡Yeeeeeeeeeeeeeee! ¡Hip! ¡Las encargadas de la parte automovilísticaaaaaa!

- Si de eso no hay...¡Hip!
-¿Ah, no? ¡Hip! Bueno, pues ¡yeeeeeeeeeeee! ¿Alguieeeeeeeeeeeen me oyeeeeeeee? ¡Hip! ¡Entramos en gasolineraaaaaaaaaaa!
- ¡Oído cocina! ¡Hip! ¡Ahora la mandamos a por 30 eurillos de diesel!

Y ahí voy yo: pido 30 "leuros" de diesel, pago, salgo y conforme estoy cogiendo la manguera del surtidor le digo a Pichu: ¡Pero si nosotras veníamos a lavar el cocheeeeeeeeeeeee! A lo que ella me responde con un "ya...", tranquilo y pausado, que me hace replantearme aún más si no estaré participando en una fuga de cerebros sin saberlo. La suerte fue no llevar el depósito demasiado lleno y poder poner los 30 eurazos. Mira tú por donde, hacía tiempo que no llevaba el depósito totalmente lleno. Y de ahí me fui a por una ficha para el autolavado, con un par (de NEURONAS).
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- ¡Yeeeeeeeeeeeee!¡Hip! ¡Que ésta va a coger el paraguas! ¿Aaaande va? ¡Hip! Pero si no llueve (todavía). No, no, no. ¡Hip! ¡Dejando paraguas, dejando paraguas!
Si os digo que Pichu y yo conseguimos llegar al coche de nuevo como si estuviéramos atravesando la jungla en plena época de monzón, tenéis que creerme, porque evidentemente, no tuve ni tiempo (ni humor) de sacarnos una foto mientras corría como si no hubiera mañana, con el agua a la altura de los tobillos al cruzar la calzada (no sé ni cómo, mis sandalias han sobrevivido, y por ello han pasado a ser mis preferidas en el mundo mundial), con el pelo chorreando, totalmente empapadas, ropa interior incluída, bolso hecho un guiñapo, bolsa con la compra para tirar, rimmel a lo mapache (recordatorio: comprar rimmel waterproof para los días de gota fría), para después inundar la silla de Pichu al intentar sentarla y atarle el cinturón, idem con mi asiento... Total para que al minuto de subir al coche, saliera Lorenzo con alegría y con un mensaje de esperanza: "por hoy ya va bien". ¡¡¡Pues no es justooooooooo, so cab Lorenzo!!! Y mientras, los DOS PARAGUAS SECOS y plegaditos partiéndose el culo la caja de nosotras.
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- ¡Yeeeeeeeeeeee! ¡Hip! ¡Que entra en mercawomaaaaaaaaaan! ¡Hip!
- ¡Yupiiiiii! ¡A comprar! ¡Eh, que se desvíaaaa! ¡Que queremos yogures de mil sabores!
- ¡Y fiambre! ¡Hip!
- ¡Y verduras, que hoy me apetece hervido!
- ¡Y muuuuucha fruta y hacemos una fiesta hawaiana! ¡Seeeeeeeeeeeeeeeeee! ¡Hip! ¡Hip! ¡Hurra!

Y yo, que sólo iba a por huevos... Salgo con medio supermercado y ¡SIN LOS HUEVOS! ¡Put malditas NONEURONEAS (gracias Mamá Nenúfar, "mehaencantao")!
Como comprenderéis, es algo que más que preocuparme empieza a mosquearme hasta el infinito y más allá (gran frase, Buzz Lightyear). Porque yo soy consciente de que, en general, las mujeres tenemos el chip de "voy a ir a la cocina a por el mocho, a medio camino me cruzo con la habitación de Pichu, me paro a recoger una muñeca, de paso me desvío a abrir ventanas, derrapo en el pasillo con el montón de ropa sucia mientras busco un boli por la repisa de la entrada, cojo al vuelo la agenda de Rubiazo, y... por fin llego a la cocina a por... a por... ¿a por qué venía yo aquí?"; pero creo que con la maternidad, el daño colateral a mis NEURONAS de colateral tiene poco, ¡ha ido directo!
La última de hoy me ha hecho replantearme si en vez de materia gris no tendre en la cabeza el lago de los cisnes, porque ha sido de cámara oculta. La historia es que tenía que salir de casa en "cero coma" porque debía volver al trabajo, así que he recogido todo lo que tenía que llevarme para la larga tarde que me esperaba: carro de Rubiazo, bolsa de Rubiazo, muda para Pichu, merienda para Pichu y yo misma, mi bolso...

- ¡Ah, no! ¡Hip! ¡De bolso nada! ¿Para qué quiere tanto trasto?

- ¡Eso, eso! ¡Sin bolso! ¡Hip! ¡Que lo esencial ya lo lleva!
- ¡Yeeeeeeee! Organización, que ahí lleva las llaves y demás...
- ¡Andaaaaaaaaaaa! Pues yo lo he visto en la cocina.
- ¿Qué dices loca? ¡Hip! Si estaba en el carro de Rubiazo.
- Ni de coña, en la lavadora...
...
Y ahí estaba yo con cara de gili, recorriendo (corriendo) tooooda la casa, estancia por estancia, porque mi bolso no aparecía y los minutos volaban, y pensando: "genial, ahora he de llamar al trabajo para decir que he perdido mi bolso dentro de mi propia casa y que no tengo ni llaves del coche, ni de casa, ni mi cartera. ¡Ah! Y que no llego". Baños, cocina, comedor, habitaciones, armarios, cambiador de Rubiazo, rellano de la escalera, ¡nevera!... Y de repente, ¡zas!, la única NEURONA con memoria fotográfica se ha despistado y me ha hecho ver la luz: estaba donde jamás lo dejo, y donde juro que jamás lo volveré a dejar. 10 minutos después salía de casa, sudada, corriendo y hecha unos zarrios. 
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Queridas NEURONAS: ¡no era nada necesaria la escenita!, pero gracias por el ejercicio extra. Si es que ya lo dicen: QUIEN NO TIENE CABEZA, TIENE PIES. ¿O no era así? ¡Buf! Ya empezamos...


CON M DE MAMÁ y N de (NONI)NEURONAS
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