Esta semana, Una mamá muy feliz, nos va a contar un poco más acerca de la maternidad.
Esta semana me había abandonado un poco la musa y la santa siesta de mi tesoro, no sabía que escribir ni tenía tiempo de pensarlo siquiera, pero leyendo una revista, vi esta frase (no me hagáis mucho caso, porque la verdad es que la revista en cuestión pasaba por allí y la cogí sin más, pero creo que es el título de un capitulo de una serie) y no me digáis que desde que sois madres, esas tres palabras no forman una parte muy importante de vuestras vidas.
En el caso de los bolsos, ¡me tienen agobiadísima! (tono susurro: si mi madre o mi cari leyeran esto pensarían que se me está yendo la cabeza, shhhh). Siempre me han encantado los bolsos, no puedo remediarlo. De pequeña, mi madre muy feliz, estaba muy preocupada porque pensaba que mi brazo izquierdo se me quedaría pegado al tronco de llevar siempre debajo su monedero… ¿me vendrá de ahí la tendinitis de codo?
Conforme fui creciendo y llegando a la “edad del pavo”, me gustaba presumir de un bolso con cada modelito, eran de los que no cabían nada, tipo bandolera, ¡qué recuerdos! Aún tengo la marca del quemado en el cuello del roce del cordón. En mi época universitaria, siempre llevaba una mochila con prácticamente mi vida dentro, lo que hizo que al acabar la carrera y al desprenderme de ese lastre, aborreciera por completo llevar bolso… ja, pero no comprarlos. ¡Si es que me encantan los bolsos! Por cada uno que me compro ya tengo preparada antes la excusa perfecta del porque no lo llevo. ¡Cómo disfruté colocando la bolsa del hospital antes de que naciera mi tesoro!, lo sacaba y metía todo una y otra vez y allí estaba preparada más de un mes antes… y allí se quedó mientras yo iba para el hospital, pero esta vez ni excusa me dio tiempo a preparar. Ahora con mi bebé muy feliz no puedo salir sin bolso, que más bien es el baúl de la Piquer, bueno que os voy a contar; que si pañales, una mudita extra o dos, otro par de zapatos por si pierde alguno, dos botellitas de agua por si se vacía encima una, de ahí la segunda muda extra, pañuelos…Y si ya vamos a comer fuera ¡parecemos vendedores de enciclopedias con tanto bolso!
A pesar de ser muy calculadora y metódica, siempre he pensado que no hay mejor forma de fastidiar algo que planearlo. Pero con la maternidad, ¡no puedes dejar nada a la improvisación! Mis amigos por fin han entendido que ya no nos pueden llamar diciendo –os esperamos en tal sitio, y en un plis allí nos plantábamos, ahora necesitamos mínimo 24 horas de antelación…para preparar entre otras cosas tanto bolso. Y ya no solo salir, hasta para las necesidades más básicas, como es ir a hacer pipí, tengo que buscar un hueco…a ver, a ver justo después de la fruta, cuando mi tesoro aun permanece en la trona me puedo escapar un segundo. Y para otros menesteres a los que hay que dedicarle más tiempo pues ya tendría que esperar el fin de semana que papi se puede hacer cargo un mo-men-ti-to, ¡vamos, digo yo!
Y por último las manchas…ay las manchas… ¡amargan la existencia! Empezamos con los escapes caquiles, que para hacerlo tan tímidamente, disimulando, por el filillo del body… ¡échale nudillos para sacarla! Y luego con ese miedo que te meten en el cuerpo…
-nooooo, la ropa de bebé solo se lava a mano, con jaboncito neutro
-¿y suaviz…?????
-¡¡¡¡¡¡¡¡¡nooooooooojamás!!!!!!!!!!!
Como para preguntarle por la lejía… ¡directamente me exorcizan!
Progresivamente los escapes van siendo directamente proporcionales a la materia en cuestión, y si seguimos con el “jaboncito neutro”…mal asunto, ni te molestes, directamente tira la prenda.
Cuando llegaron las manchas de la alimentación complementaria, le planté cara a esas descaradas que me desafiaban continuamente, ¡no hay producto en el mercado que no haya probado! cualquier día se me desintegra la ropa o directamente explota la lavadora…ahora que me queda todo como un jaspe.
Uy que tarde, os dejo voy a ponerme mi vestido impoluto de manchas, colgarme mi bolso y me voy que he hecho planes con mi tesoro… ¡ayyy! ¡Soy Una mamá muy feliz! Hasta la semana que viene.