Raúl Rentero - La onda expansiva
Mientras la (B)estia tiene que ir a operarse a Brasil ya que en España no debe de haber especialistas en la materia, voy hilando a clave de tic un experimento que hice no hace tanto tiempo. Suelo viajar a menudo desde Valencia a Salamanca, por esa larga avenida que es la A-3, circundando ese Madrid generoso en viales, volviéndome gallego camino de Guadarrama y cantando parda abulensis y berruecos. En resumen: 550 kms del ala que con el “cuenta” giroscópico se convierten exactamente en 5 horas y media con mis picos de 120-130 km/h y sus atascos seudónimos allende las capitales. Pues bien no hace mucho tiempo decidí realizar el trayecto a 90 kms/hora, de reloj, ni más ni menos, sólo por puro afán de fastidiar a Repsol & Cia. Bien... ¿Cuánto tiempo tardé? Exactamente 5 horas y media. Sí, han leido bien. Lo mismo. Es la clave del experto viajero, que sabe de medias más que nadie. De las de distancia, no de las de licra, se sobreentiende. Y la matemática es clara: lo mismo da, puestos a hacer medianas y variaciones, ganar un partido y perder dos que empatar tres. El trayecto es el mismo. Incluso los vaivenes son los mismos. Y todos lo sabemos.
Día a día el Málaga C.F. va girando su particular rueda del yin yan; mientras empata en casa contra el Getafe y el puntito se da por “sutura”, el punto sacado de El Madrigal se da por valioso. Todo esto nos lleva a que estamos, con sus quebrantos, exactamente igual que hace tres semanas, es decir, a 4 puntos de la salvación. Circulamos a 90 kms/hora, media exacta, mientras otros, léase Almería, Sporting, Levante, van con los arreones típicos de las prisas. Corro, paro y vuelvo a correr. No estaría de más, siguiendo nuestra media aprovechar la siguiente cuesta abajo que nos toca y pegar un acelerón. Lo sentimos por el Almería, al que siguiendo nuestro concepto del mal endémico del fútbol andaluz le deseamos todo lo mejor después del derby. Luego tenemos que subir a Guadarramou y allá poco podremos pisar el acelerador hasta la siguiente parada ante el semáforo rojillo.
Por cierto, sólo por curiosidad científica, estoy ansioso por conocer el veredicto brasileiro de la (B)estia. Sólo por saber si somos más tontos que un merengue y nos pintan la de Higüain. Recuérdese que el argentino tenía la baja para seis meses, va hasta Chicago a operarse (de una hernia común) y tras la operación sigue teniendo la baja para seis meses. Resultado : la intervención quirúrjica ha sido un éxito. Visto el rasero, a no ser que el paciente se les muera en el quirófano, cualquier operación va a ser un éxito. Veamos cómo van los éxitos por los quirófanos de Brasil. Ansiosos estamos.