En el año 2000 -¡qué lejos queda ya!- nacieron los Pallapupas y nuestro hospital recibió al primero de ellos en un paso pionero, como en muchos otros, para humanizar la salud y mejorar la estancia de los niños hospitalizados. Y no sólo eso; con su alegría contagiosa hacen reír a todos aquellos que pasan por su lado incluidos médicos y personal del hospital.
La función del Pallapupas no sólo se recude a entretener al niño sino a proporcionarle una disminución de la tensión y angustia del enfermo y sus familiares. Es curioso que su trabajo empieza como una actividad médica ya que por la mañana hacen una reunión con el responsable de enfermería para saber a qué niños visitar, su edad, la enfermedad que tienen , evolución de la misma y otra información que sea relevante para adaptarse y personalizar su actuación, única e improvisada, para las necesidades del niño. En ocasiones ha de ser duro animar a un niño con una enfermedad grave o con un estado de ánimo bajo.
Su trabajo no se reduce sólo a eso sino que en el 2004 pusieron en marcha el Programa Quirófano en el que para acompañar, ayudar y relajar a los niños y familiares antes, durante y después de una intervención quirúrgica. El niño va al quirófano en un viaje mágico lleno de aventuras y emociones ya que entran hasta la sala de preanestesia y en la de reanimación posquirúrgica para un despertar agradable. Si la anestesia es local, están dentro del quirófano durante toda la operación para relajar al niño.
Los Pallapupas se han ido agrandando por su gran corazón: han atendido a 250.000 personas, son 29 profesionales que ya trabajan en 16 centros hospitalarios. Gracias y felicidades Pallapupas.