(Ni tú ni yo. No hablo ni de ti ni de mí. O sí. No te tomes esto como algo personal.)
¿Vas al gimnasio? ¿Practicas algún deporte? ¿Haces ejercicio? ¿Entrenas?
Si no lo haces, tranquilo, puedes entender lo que voy a decir igualmente.
Si sigues alguna pauta de entrenamiento, lo tendrás más fácil.
Sea el motivo que sea por el que haces algo de ejercicio, tienes claro cómo funciona el tema.
Tú te mueves, practicas gestos, repites ejercicios, trabajas tu técnica, te expones a un esfuerzo físico, observas cómo lo haces para hacer más eficiente el movimiento, etc. En fin, estimulas tu cuerpo de alguna forma, y lo haces a propósito, de manera consciente.
Ese estímulo pone al descubierto algunas carencias de tu cuerpo, seguramente aquellas que pretendes cambiar, y de esa forma le obligaso a adaptarse, a mejorar en el camino en que el que estés entrenando.
Es decir, cuando quieres correr más rápido o durante más tiempo, básicamente lo que haces es salir a correr, acompañando tu entrenamiento de algunos ejercicios complementarios. Cuando quieres ganar fuerza muscular, haces algo de ejercicio con pesas o con el peso de tu propio cuerpo. Cuando quieres mejorar tu movilidad, practicas algunos movimientos de yoga o realizas unos cuantos estiramientos.
En fin, quieres sentirte bien físicamente y tienes claro –y decides– encaminar tu entrenamiento físico hacia algún lugar –no entraremos en detalle de si ese lugar es más o menos saludable.
Muy bien. Supongamos que ahora quieres hacer algunos cambios en tu forma de percibir la realidad, o de sentir, o de pensar.
Te has dado cuenta de que algunos de tus comportamientos, cómo te tomas las cosas, tus reacciones emocionales, tus prejuicios, juicios y creencias, la forma en que te relacionas con los demás, etc. no te hacen sentir bien, no te ayudan demasiado a ser feliz.
¿Cómo piensas cambiarlo? ¿Crees que no se puede?
Bueno, ¿acaso tu mente no forma parte de tu cuerpo? ¿O es que está en Marte o en otro universo?
Tu mente está en tu cerebro. Tu cerebro también es físico. Y tu cerebro puede cambiar. Los neurocientíficos llaman a esa capacidad de cambio “plasticidad cerebral”.
Cambiar o mejorar tu carácter y personalidad es posible. No dejan de ser neuronas que están interconectadas de alguna manera. Sólo tienes que cambiar las conexiones.
¿Cómo?
Entrenando la mente, como entrenas tu cuerpo.
Haciendo gimnasia mental, igual que haces gimnasia física.
Repitiendo ejercicios mentales, del mismo modo que repites ejercicios físicos.
Comprometiéndote contigo mismo a entrenar tu mente todos los días, como cuando fijas tu horario para ir al gimnasio, salir a correr o nadar un rato en la piscina.
Observando como “se mueven” tus pensamientos y emociones, igual que te miras en el espejo para saber si haces bien una sentadilla o intentas percibir la tensión de tu transverso cuando haces abdominales.
Fuerza, velocidad, elasticidad, resistencia, potencia… Si quieres desarrollarlas, entrenas fuerza, velocidad, elasticidad, resistencia, potencia….
Atención, presencia, aceptación, compasión… Si quieres desarrollarlas, entrenas atención, presencia, aceptación, compasión…
Y sólo hay una vía, un entrenamiento.
Medita y mantente atento.
Y disfruta de las consecuencias.
Esto es sólo mi opinión, que cambia constantemente. No me creas. Crea la tuya.