Revista Motor

La mejor defensa

Por José María José María Sanz @Iron8832016

La mejor defensaTañe la moto por las carreteras del campo. Tañe por las calles de los pueblos y los cristales le siguen el son. Tañen las campanas de las doce al ritmo acelerado de los que acuden al tributo dominical. Tañe el corazón al fresco del invierno y al verde de la vida que surge por entre los surcos que dejaron los tractores. En ese campo infinito que reverdea, en ese aire anónimo que vuela por donde quiere, en esa carretera humedecida por el lloro de la mañana, tañe la moto al son de la paz y del contento.

Hoy ya es momento de llamar a la Cabezota de usted. Parece mentira el empaque que alcanza la moto con la defensa instalada. La rueda delantera adelgaza y el volumen del motor se estira a lo ancho. El cromo intencionado juega a versos rimados con los puños y con los protectores de los escapes y realza el negro de fondo, que sigue siendo dominador del conjunto. Estéticamente, la Iron 883 gana con esta propuesta y, en lo que se refiere a seguridad, o en confianza, deja las cosas en un lugar mucho más tranquilizador para mi.

Gracias a Fendetestas que ha dado con la clave para sacar ese tornillo que me cargué en su día, un tornillo desfondado que ha salido a fuerza de fuerza y de maña. Esto de trastear con la moto es no parar de saber cosas. Acabo preguntándome si los humanos, los homo sapiens, tenemos límite para acumular conocimiento y experiencia.

Rodar defendido es mejor. Atravesar los pentagramas que dibuja el sol sobre la carretera con los troncos y ramas desnudas de los robles sabiendo que, si me caigo, hay un nuevo intermediario entre el asfalto y mis queridas piernas. La mejor defensa, a pesar de todo, es la prudencia.

La mejor defensa
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