Para resumir su experiencia, concluyó la comida con lo que es, seguramente, una de las más acertadas -y no exenta de tópicos- definiciones de la gastronomía inglesa.
Pero antes de contarles exactamente qué dijo, déjenme que les presente al osado crítico gastronómico.Desempeñó prácticamente todos los cargos públicos posibles en la Gran Bretaña -salvo el de Reina de Inglaterra, aunque suponemos que no le habría importado ostentarlo-, y su nombre está ligado a todos los acontecimientos importantes en los que el Royaume-Uni intervino en la primera mitad del siglo XX:
- Viceministro de las colonias;
- Ministro de asuntos internos;
- Primer Lord del Almirantazgo; por dos veces;
- Ministro de municiones;
- Ministro de Guerra y Ministro del Aire;
- Ministro para las colonias;
- Ministro de Hacienda;
- También dos veces, Primer Ministro.
Y de postre "por su dominio de las descripciones biográficas e históricas así como por su brillante oratoria en defensa de los valores humanos exaltados" recibió el Premio Nobel de Literatura de 1953.
Este perfil tan completo y, a la vez, sorprendente, pertenece a Sir Winston Leonard Spencer Churchill.La mayor paradoja es que después de haber prometido "sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor" a su pueblo para ganar la guerra a Hitler, la ganó, pero perdió las primeras elecciones a primer ministro de la postguerra, en el mismo año 1945. Recuperó el puesto en 1951.
Pero volvamos a la comida que nos ocupa y a las dotes de gastrónomo de Sir Winston, faceta en la que, como en otras, demostró su contraductorio genio:
si la sopa hubiera estado tan caliente como el vino,
si el vino hubiera sido tan viejo como el pavo,
y el pavo hubiera tenido la pechuga como la camarera,
la comida habría sido excelente.
Ahí queda eso.
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Las ilustraciones están sacadas de Colchonero.com (una web de fútbol, sí, aunque resulte difícil de creer) y allí encontraréis una breve explicación de las mismas.
