Todos creemos en la comunicación, Carlos Chávez, célebre músico mexicano, un día escribió:
”El hombre cuando comenzó a construir no construyó más que paredes, pesados muros, cercas para su propia protección y defensa; pero a medida que el tiempo fue pasando se abrieron agujeros en esas paredes, aberturas para ver y ser vistos, para oír y ser oidos. De manera que ahora con objeto de defendernos y protegernos abrimos ventanas en lugar de cerrarlas. Todos creemos en la comunicación y hablamos unos con otros para ver que podemos sacar de ella, en una forma o en otra todo el mundo quiere decir algo y quiere ser escuchado; cualquier verdad o felicidad que exista viene de la comunicación, de la posibilidad de abrir ventanas.”
La importancia de la conversación
De acuerdo a Robert Lefton, presidente de la empresa Psychological Associates, Inc., la gran mayoría de los hombres de negocios consideran que la comunicación es su principal área de dificultad. Y posiblemente la mayoría de ellos tengan problemas en la comunicación cara-a-cara: las conversaciones. La conversación es quizás la primer forma de comunicación que desarrolló el ser humano, anterior inclusive al desarrollo de un lenguaje estructurado. Seguramente todos nos creemos capaces de saber llevar una conversación, pero realmente es un poco más difícil de lo que suponemos.
Qué es una conversación
Colin Cherry, en su libro “On Human Communication,” establece: “una conversación es una forma de comunicación en dos sentidos. Es una acción cíclica en constante estímulo-respuesta, de manera que el comportamiento de los dos individuos es concertado, cooperativo, y dirigido hacia un fin común.”
El fin común de una conversación debería ser el lograr un entendimiento entre las partes involucradas. Y para lograr un entendimiento es necesario que los individuos ajusten sus percepciones, actitudes y conductas. Déjeme hacerle una pregunta: ¿Cuándo fue la última vez que logró un verdadero entendimiento con alguien a través de una conversación?
Conversar no es influenciar
Desgraciadamente algunas personas creen que la comunicación es simplemente una herramienta para alcanzar sus propios objetivos. Nada más equivocado. Saber conversar no es saber negociar, ni saber obtener información de los demás. Una verdadera conversación es un acto de convivencia e intercambio de ideas en donde las personas reafirmamos nuestra condición de seres humanos. En el plano de la comunicación todos los seres humanos tenemos los mismos derechos y la misma libertad para expresarnos. Quizás sea esta el último de los derechos de los cuales se les puede privar a una persona: el derecho a comunicarse con los demás.
Cuando hablamos con alguien y tenemos el firme propósito de convencerlo estamos persuadiendo, si estamos tratando de venderle algo estamos comercializando, si estoy tratando de obtener información estoy realmente investigando. Una verdadera conversación es una forma de conexión entre dos personas que desean “crecer” e intercambiar información de la misma manera que dos computadoras se pueden “concretar” entre ellas. Si una de las computadoras no desea compartir el acceso, entonces la comunicación entre ambas se rompe. De la misma manera que si no existe confianza entre dos personas se rompe la conversación.
Conversaciones accidentales
Seguramente le ha tocado a usted la oportunidad de tener “conversaciones accidentales,” ese tipo de platicas que se tiene con personas que no conocemos, estas ocurren en lugares como: aeropuertos, salas de espera y hasta en la fila del banco. Estas conversaciones suelen ser abiertas por el hecho de que no conocemos a la otra persona, y no guardamos ningún temor por mostrarnos tal como somos en nuestro interior. A menudo una persona “extraña,” o que no es tan cercana a nosotros, puede inspirarnos a conversar profundamente.
Estas conversaciones son verdaderas “actos de convivencia humana” que nos recuerdan lo maravilloso de los sentimientos y como dos seres pueden ser tan diferentes, y al mismo tiempo tan parecidos. Quizás esta es la paradoja más grande de la humanidad, los seres que formamos un mismo grupo guardamos marcadas diferencias. Mientras que entre personas aparentemente diferentes tenemos muchas cosas en común.
Solo se puede conversar cuando hay interés
Hace tiempo un psicólogo me comentaba que el matrimonio es como una gran conversación, cuando la pareja ya no tiene nada que comunicarse es cuando se plantean la idea de una separación. Tenemos que reconocer que para conversar con alguien tiene que existir cierto vínculo, un punto en común en donde las dos personas se entrelazan, aunque sea por unos cuantos minutos. Cuando nos acercamos a una persona e iniciamos una conversación estamos demostrando un interés por conocer algo más de esa persona: que opina, como evalúa, como vive, que va a hacer más tarde, etc.
Conversar es la mejor manera de conocer a otra persona, es una forma de iniciar relaciones. Después de que una persona ha conversado con alguien más, es cuando se puede decir que se ha iniciado una conexión, una relación que antes no existía. Y no puede existir un vínculo entre dos personas sin un interés mutuo.
Nos acercamos mientras conversamos
Ahora pasamos más tiempo con nuestros compañeros de trabajo que con nuestros hijos o esposa. Una jornada de trabajo nos absorbe una gran parte de la semana (y de la vida) en términos cuantitativos y cualitativos. Quizás sea esta la razón por la que los roles entre el hogar y la oficina se están intercambiando. En términos generales, ahora el horario del hogar se está haciendo lo más eficiente posible. Se trata de aprovechar al máximo las pocas horas que pasamos con nuestras familias. Mientras que en la oficina se dedican “laargas” horas a “formar equipo” con los compañeros, a “conocer al cliente” y a “interactuar” con la organización.
El ser humano tiende a acercarse a otros con quien se le facilita tener una conversación. Porque mediante esta forma de comunicación se expresa y se manifiesta su individualidad, de manera que mientras conversamos con alguien “nos reflejamos” a nosotros mismos y hasta aprendemos a conocernos en la imagen que proyectamos.
En otras palabras, si conversando con mis compañeros de oficina me confirman que soy una persona “eficiente,” y esta idea me complace, procuraré aproximarme más a ellos y confirmar mi grado de eficiencia. No estaré dispuesto a alejarme de ellos mientras piense que ellos me ayudan a conocerme mejor y por lo tanto me ayudan a superarme. Todo gracias a la comunicación mediante las conversaciones.
¿Qué se necesita para conversar?
1. Un tema o materia de conversación
Un verdadero tema de conversación es aquel que nos lleva a mejorar nuestra condición humana. El tema debe ser lo suficientemente amplio para poder explorarlo desde diversos puntos de vista, pero también específico en cuanto a los alcances del tiempo que puede durar la conversación.
2. Un objetivo común
Cuando nos sentamos a conversar con otra persona debemos de establecer que deseamos obtener un objetivo común, este puede ser el de generar más conocimiento, llegar a una conclusión o simplemente conocer un poco más sobre la otra persona. Una conversación siempre nos lleva de un lugar a otro lugar.
3. Un espacio/tiempo de conversación
Las mejores conversaciones se hacen: cara-a-cara y de preferencia cuando ambas personas se encuentran sentadas. Conversar requiere de relajar el cuerpo para concentrarnos en el trabajo intelectual. Los mejores espacios para conversar son en donde exista una privacidad relativa y por supuesto condiciones ambientales favorables.
4. Reglas del juego
La gran mayoría de las actividades humanas requieren de ciertas reglas que permitan la igualdad de circunstancias para todos los miembros.
- Respeto. Si existe alguna forma de “violentar” una conversación es mediante la perdida de respeto, digamos que es el equivalente a pasar de un saludo de mano a los golpes. No se debe de utilizar el lenguaje como “arma punzo-cortante” tratando de disminuir a fortaleza de la otra persona. O como diría un amigo: “No es lo mismo decir la verdad que dar de verdadazos.”
- No interrupciones. Cuando las personas interrumpen a otra persona están tratando de ejercer una forma de poder que puede llevar a que la otra persona intente hacer lo mismo, o bien que se sienta agredida. Las interrupciones indican una serie de factores: el tiempo se está agotando, una de las partes no desean escuchar más; o bien, las personas temen “perder” la “batalla de argumentos” y desean “contraatacar” lo antes posible.
5. Interés en la otra persona
Se debe tener un genuino interés por la otra persona para iniciar una conversación. Este interés es lo que nos hace prestar atención y escuchar cuidadosamente. Lo que es más, un genuino interés no hace construir preguntas para aprovechar al conocimiento y la disposición de los demás. Sin interés en los demás es difícil iniciar una conversación, y pero aún mantenerla.
6. Un deseo por compartir la información
Si dos personas se guardan información entonces no podrá existir una verdadera conversación entre ellos. A menudo el tener más información que otra persona puede mantener una posición desigual, e inclusive se le puede considerar como factor antagónico: “Yo conozco algo que tu no sabes, y no te lo quiero decir.”
7. Abrir nuestras emociones
Cuando dos personas están conversando, no son solo sus mentes las que se están comunicándose, sino también sus corazones. Los sentimientos son parte de la amalgama de mensajes que transmitimos los seres humanos. Hacer a un lado las emociones durante una conversación es como tratar de “conquistar” a una dama ofreciéndole un precioso ramo de flores artificiales, pueden ser hermosas pero les falta algo: quizá naturalidad.
Las reuniones de trabajo y las conversaciones
Las reuniones de trabajo deben de ser en esencia conversaciones grupales en donde se intercambia información con la finalidad de alcanzar un objetivo común. Desgraciadamente a menudo las reuniones suelen manejarse como “interrogatorios” o simples presentaciones en donde la alta dirección “demanda” ser informada. Pareciera como si se tratara de ser “lo más frío posible” como si esto fuera a ser garantía de objetividad, y por lo tanto de resultados.
La forma natural de intercambiar información no es a través de correspondencia o llamadas telefónicas, sino basándose en conversaciones cara-a-cara. Pero si nos olvidamos de la naturaleza humana es muy probable que nunca se alcancen un cierto grado de entendimiento. En las organizaciones es muy común encontrarse con personas que no hablan con los demás, simplemente giran instrucciones; no escuchan a los demás solamente los oyen (mientras hacen otras cosas), no entienden a los demás solamente los evalúan; y finalmente no les interesa involucrarse con ellos solo se limitan a administrarlos. ¿Ustedes creen que pueda existir una buena conversación entre ellos?, ¿Conoce alguien con estas características, cómo son sus resultados?
Una verdadera conversación debe cansar
¿Será posible que existan personas que se cansen de conversar? Yo lo plantearía de otra manera: ¿Será posible que todos conversemos con la misma profundidad? El acto de conversar es sumamente complejo, ya que involucra una serie de actividades: primero se tienen que organizar los pensamientos; segundo,se traducen esos pensamientos en ideas concretas; tercero, se selecciona el vocabulario adecuado para expresar las ideas; cuarto, se ejecuta la presentación del mensaje al mismo tiempo que se realiza movimiento corporal; y finalmente se escucha a sí mismo mientras habla y trata de percibir las reacciones de su receptor.
Es una actividad intensa que demanda ciertas condiciones preexistentes como: un deseo firme por aprender de la otra persona, flexibilidad mental para aceptar ideas contrarias a las mías, una mente ágil para utilizar la creatividad, etc.
Practique e inicie una conversación
Ahora mismo, “planee” una conversación accidental con alguien con quien desee intercambiar información. Vaya directamente con esa persona con la que nunca ha conversado anteriormente. Lleve consigo la lista de los siete puntos mencionados anteriormente, pero principalmente despójese de sus miedos y no se oculte tras su “armadura” formada de: posición económica, puesto o títulos académicos. Va a hablar como ser humano con otro ser humano. Inicie la aventura de conocer y dejarse conocer, después de todo ¿qué es lo peor que puede suceder? No actúe como lo hace normalmente, concéntrese en la otra persona: sus intereses, el movimiento de sus manos, las palabras que utiliza, el ritmo de la voz y hasta las emociones que aparezcan.
Recuerde que está centrado en toda la información que la otra persona transmita, cuando le toque su turno no se preocupe por su apariencia o postura. Concéntrese en el mensaje y preocúpese solamente por transmitir lo que usted quiera expresar, si está entusiasmado no oculte sus sentimientos, recuerde que son parte del mensaje. Una simple conversación debería ser una de las experiencias más enriquecedoras y excitante que puede disfrutar el ser humano. Si este tipo de interacciones ocurriera más seguido, seguramente existieran menos problemas y un mayor entendimiento entre la raza humana, que lo único que exige es eso: que sea humana.
“Una buena conversación es tan estimulante como una buena taza de café, y en ocasiones es igualmente difícil de conciliar el sueño después de ella.” (Y hasta puede que provoque adicción.) Anne Morrow Lindbergh
Autor Raul Reyes
Fuente: Comunidad de Pensamiento Imaginactivo
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