Caminos que recorrió Beltrami en 1824.
Giacomo Constantino Beltrami, italiano jacobino que vino a México en 1824 "por el puro interés de conocer países extranjeros aún no pervertidos por la civilización ", publicó en 1830 en Paris su libro Le Mexique, en el que en forma de cartas que dirige a una amable condesa considera con simpatía a los mexicanos, y sólo muestra dos fobias: los españoles y los curas.
A Beltrami le interesa la gente del pueblo y aprecia especialmente a los arrieros, a quienes no duda en calificar como la mejor gente de México.
Habiendo partido, a lomo de bestia, del Puerto de Tampico hacia Altamira, en el hoy Estado de Tamaulipas, Beltrami se queja con justa razón de los mesones, que no son ni albergues ni casas; imaginaos algunos calabozos donde no pasa ni el aire ni la luz sino por el orificio de la entrada, que podremos llamar puerta si así os parece; las velas sólo pueden colocarse en las paredes; no hay cama, sino tablas inmundas cubiertas de insectos [...]; si no se quiere dormir en el suelo, hay que llevar un colchón...
de montar Se viaja durante diez o doce millas por una comarca suavemente ondulada, pasando entre colinas que se llaman miradores... Nos detuvimos a quince millas, al borde de un pantano llamado Río Muerto, y que por sus aguas negras y pestilentes merecería llamarse Río Letal. El suelo es árido, el clima ardiente y sólo hay agua en el pantano. Establecemos nuestro sitio, se descargan las mulas, se descargan los paquetes, y contra este muro apoyo mi camastro, hecho con mis pieles; Mi silla ( ) me sirve de almohada.
. El arriero, que hace las veces de cocinero, prende el fuego para hacer las tortillas, alimento diario que ya ha sido descrito mil veces por todos aquellos que viajan por este país. Busco mis alimentos para la cena en el bosque, ayudado por mi fusil, y encuentro tres conejos, dos liebres y tres pericos, que cuando son jóvenes tienen un sabor delicioso Los arrieros no quieren probar las liebres. Los mexicanos las detestan y no quieren siquiera tocarlas.
Y agrega: Supongo que reiréis al verme así en compañía de mis inocentes arrieros. Esta casta es, sin lugar a dudas, la mejor gente de México.
Más adelante, el propio Beltrami abunda en su reconocimiento a este sector de la población cuando ya en el Valle del Rincón, cerca de Tula, de donde es originario el capitán de sus arrieros, de apellido Rincón, afirma: Si debiera juzgar las cualidades de esta casta a través de las suyas, merecerían mi estima y mi respeto; es difícil encontrar un hombre que tenga sentimientos más generosos y posea una nobleza más orgullosa que mi mulero.
Obra consultada: Beltrami J. C. Le Mexique (1830).
Dibujo: Alberto Beltrán. Viajes en México. Secretaría de Obras Públicas (1972).