. .pueden ser intencionadas al reproducirlas para solucionar problemas fronterizos y enfermizos - Capítulo 4 -
La imaginación al poderImaginemos que antes de concebirse una gresca por la que los dominicanos se sientan ofendidos al considerar que el trasvase procedente de Haití, en su constante gota a gota al cruzar la permeable frontera es un hecho inadmisible que puede alterar la paz y la concordia, al que se añade la fuerte ramificación de nacimientos en el territorio lo que les da cierto visado de presencia legalizada a la paternidad haitiana, hace considerar la oportuna casuística al entender equivocadamente que se trata esta " vaina" consentida a disgusto de una invasión silenciosa, produciéndose en su deriva el reto de graves incursiones personales, adquiriendo actitudes amargas, violentas y tendenciosas por parte de ambas culturas con actitudes y aptitudes muy distintas en momentos señalados, que quiera o no están llamadas a entenderse.
¿ Qué hacer cuando un pueblo vecino pasa hambre desde que nace por una política desacertada y corrupta de sus dirigentes que no asumen sus responsabilidades ?. La respuesta sería ayudarles teniendo en cuenta que el hacerlo podría ser beneficioso para ambos indecisos a desenterrar viejos vínculos para hacer más factible y llevadera una fusión o una invasión consentida, y baste añadir que cualquiera de estos dos planteamientos podría conllevar la solución final de las problemáticas económicas más acuciantes, considerando el federalismo interno y compartido como base del principio de una actuación que determinaría las siguientes ventajas. :
Ampliación de la oferta global en toda su dimensión territorial de 76.192 km2 ( Haití 27.750 y Dominicana 48.442 km2) participando todos en una reconstrucción o ampliación estructural por parte de la población con un total de 22.700.000 ciudadanos ( Haití 11.500.000 y 11.200.000 Dominicana) disfrutando de derechos y obligaciones, con la resolución a la " china " de evitar el descontrol de una natalidad imposible y nada aceptable en ambas partes para corregir lo que debe considerarse una anomalía, que más disgustos acarrea que supuestas alegrías.
- Una unión que fomentaría la confianza inversora, ahora más que nunca después de ser asolada la isla por el caos del virus Covid-19, creándose polos de desarrollo industrial en los límites fronterizos y en aquellos puntos de aprovechamiento sostenible de la agricultura y la ganadería, sin olvidar el gran dulce que sería la concesión de licencias de minerías con participación subsidiaria de los gobiernos, además de inversiones de explotación empresarial que conlleven la trasformación del metal gracias a la investigación, el diseño y el desarrollo de nuevos productos e ingenios.
- La construcción de puertos deportivos, renovación de aeropuertos, líneas de ferrocarriles, nuevos hoteles que harían llamativa una oferta turística de gran proyección dando relieve a la cultura y al ocio, con una coordinación compartida en las promociones de una isla que podría retomar el nombre de una unión conyugal como pareja de hecho entre las Repúblicas Dominicana y Haitiana.
- El establecimiento de cooperativas de producción en todos los sectores susceptibles de consideración, además del desarrollo de centros distribución comercial de los productos básicos y perecederos, considerando una red de transporte controlado que evitase la proliferación de una competencia desleal en los desplazamientos urbanos e interprovinciales.
Todo ese desarrollo daría como resultado una nueva localización de referencias a explotar y para gestionar una necesaria obra civil, generando servicios de mantenimiento y empleo. En definitiva el impulso de nuevas infraestructuras, también domésticas serían una invitación para que participasen grupos de ahorros de inversión y sus atractivos mercados y sectores con visión de futuro, repercutiendo los beneficios en la sanidad, la compensación laboral y la cultura, la formación profesional y algo muy importante como es la urgente alfabetización que no puede dejarse apartada siempre por una necesidad que puede aplazarse. No es de recibo y mucho menos de derecho no abordar un tema pendiente y urgente de resolver.
En el capítulo 5 y último nos aproximaremos a una resolución que después de manifestar abiertamente lo que a nosotros nos parece una solución, no puede dejar indiferentes a quienes en el ejercicio de sus derechos y libertades son los únicos que pueden contestar a la pregunta ¿ Cuál sería la solución al planteamiento expuesto ?.