Revista Opinión

La mejor paella…la de mi madre

Publicado el 24 abril 2019 por Carlosgu82
En el cerebro almacenamos cientos de historias, sabores, olores y sonidos que no somos capaces de evocar de forma voluntaria. Referencias que aparecen y nos sorprenden…trasladándonos a otro momento. El olfato junto con el gusto…son los sentidos más evocadores porque tienen una conexión directa con el almacén de la memoria. Para Ramón y Cajal no existían librerías de recuerdos: los recuerdos eran las sinopsis, efímeros, pura química…y sin embargo esos recuerdos volvían. Después, se ha descubierto que existen áreas en nuestro cerebro, capaces de almacenar cantidades ingentes de información. Parece que disponemos de un almacén de libros…pero lo maravilloso es que en ocasiones no necesitamos hurgar en esta biblioteca, los recuerdos nos invaden de repente. Una percepción inesperada…y se abre una página en blanco que no contiene nada pero que tiene que ver con todo aquello que nos ha hecho revivirlo, recordarlo. “Un placer delicioso me invadió, me aisló sin noción de lo que lo causaba, un placer sin consciencia despertado por la memoria de un sabor que me trasladó a los veranos de mi infancia…”

A quien no le ha pasado esto…?

Porque en el cerebro existen dispositivos especializados en coordinar las diferentes funciones de interacción con nuestro mundo y con el pensamiento. Como un sistema abierto, interconectado. Una…la zona la de los olores y sabores. Otra…la zona que almacena los recuerdos. Memorias a veces, puramente intelectuales y otras de tipo emocional que nos invitan a evocar situaciones cuya importancia fue acompañada por una vivencia especial, sentida. Que tiene de especial el olfato o el placer de saborear una comida?  Tiene que…son los sentidos más evocadores. Sin embargo, los otros sentidos, tienen que atravesar varios escalones antes de provocarnos una emoción. El olfato y el gusto son los vivos sentidos que nos pueden hacer revivir una emoción sin ser consecuentes todavía de ello. Se adelantan. Que arma tan poderosa!! Y por eso habría que utilizarla para mejorar a los hombres, para perseverar. Que no haríamos para recuperar aquel olor? Las áreas cerebrales, a veces distantes, están conectadas entre sí con las que controlan el cuerpo- por eso se eriza la piel, se acelera el corazón, nos estremecemos…- o con las que controlan la atención. De ahí, que estemos ausentes por unos instantes inmersos en el intramundo, en un columpio imaginario. Y todo esto, está conectado con el mundo de los afectos, los olores, los sabores…las comidas que recuerdas tu infancia, aquella gran mesa de madera oscura sobre la que tu madre cocinaba y ahora…lo haces tú. Y si no nos sale? Que trabajo más lento y laborioso el de alumbrar un plato, cuantas penalidades tiene que superar el cocinero. Jamás imagina nadie la desesperacion de la búsqueda de ese olor que no llega, de ese sabor que no se encuentra, ese plato que no nos sale… Alguien dijo: “Si de algo no cabe duda es que la mejor paella es la paella de mi madre.” Pero siempre hay alguien que contesta: “La paella no se, pero el cocido…el de la mía.” Porque…todo está conectado con el mundo de los afectos. eltranviadelamoda.com

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