En el post anterior hablábamos, dentro del proceso de la memoria autobiográfica, de los sucesos vitales. En este hablaremos de los SUCESOS GENERALES, que en este caso sí tienen unos marcadores más definidos.
Es la memoria de acontecimientos enfocados a un fin, que se considera importante en la conformación de la vida de la persona.
Se trata de actividades relacionadas generalmente con la consecución de una meta cuyo logro o fracaso entendemos que ha repercutido de forma determinante en el devenir posterior de la historia, de la vida.
Ese momento en que se materializa el éxito o fracaso, según los casos, suele ir acompañado de recuerdos muy vívidos, con gran riqueza de detalles perceptivos y de las sensaciones que hemos vivido.
Un ejemplo sería aprender a conducir, es decir un conjunto de actividades que conducen a un fin que solemos recordar en nuestra memoria para siempre y con todo lujo de detalles, por qué nos suspendieron, que nos subimos al bordillo al hacer la curva, que se nos caló el coche al aparcar, si llovía, si hacía sol, cómo íbamos vestidos, cómo nos temblaban las piernas, la tila previa que nos tomamos en el bar, las palabras del examinador, el momento de recoger la papeleta con el aprobado, etc.
Pero al igual que ocurre con los sucesos vitales, los sucesos generales tampoco están totalmente delimitados en el tiempo, ya que puede ser que cuando nos sacamos el carné de conducir fuera mientras estábamos haciendo tercero de ingeniería de telecomunicaciones, con lo cual un suceso estaría dentro de otro, no estarían separados en nuestra memoria.
Lo que importa es que entendamos que a pesar de recordar los hechos autobiográficos en función de esa clasificación, unos sucesos contienen a otros.
En un próximo artículo de Cómo mejorar la Memoria, hablaremos de los sucesos específicos que resultan más ricos y con mayor detalle según el contexto en que se recuperan.