¿Cuál es el rol que juega la mente en tu vida? ¿Derivas tu identidad y tu ser de ella? ¿Es un potente y valioso recurso a tu servicio? Éstas y otras cuestiones son las que vamos a resolver en el post de hoy. El uso que se derive de la mente será francamente vital en la forma de encarar y progresar en nuestra existencia. Puede ser un vasto recurso inagotable o una fuente tremenda de esclavitud e infelicidad.
Nosotros somos los que en última instancia decidimos que rango dar a esto que llamamos “mente”. Muchos de nosotros pensamos que la mente supone nuestra identidad. Con esto quiero decir, que la mente se catapulta como el modelador de nuestra vida, y todo lo que compone la mente; pensamientos, ideas, imaginación, se equipara con nuestra identidad y con nuestro ser. Es aquí cuando hemos perdido las riendas de nuestra existencia. Hemos equiparado al mismo nivel, ser y pensar. Hemos reducido todas las perspectivas y dimensiones del ser a las actividades y percepciones de la mente.
La identificación con la mente hace que el pensamiento se vuelva compulsivo. Este ruido mental incesante nos impide encontrar la quietud interior que necesitamos. Además se crea un falso yo fabricado por la mente que nos lanza una sombra de miedo y sufrimiento. Esta identificación crea una pantalla opaca de conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquean toda verdadera relación. Esta pantalla se interpone entre nosotros y el prójimo, entre nosotros y la naturaleza. Los intereses y el egoísmo toman preponderancia en detrimento de la cooperación.
Gran parte de los problemas éticos, sociales, económicos y políticos actuales se deben a este nivel de conciencia e identidad. Nuestras decisiones y comportamientos han ido en consonancia con una visión sesgada y reduccionista de la realidad. Hemos quedado absortos y sin capacidad de respuesta ante la tiranía de la mente. Lo que era un recurso valioso y transformador se ha convertido en una cadena que nos incapacita y nos inmoviliza. Generalmente, en este estado no se usa la mente en absoluto, sino que ella nos usa a nosotros a través de sus patrones delimitados de pensamiento.
Viendo lo relatado anteriormente; ¿No será mejor utilizar la mente como un recurso que nos capacite a sacar el máximo rendimiento de nuestro ser? Desde luego que sí. El primer paso para conseguirlo es no identificar nuestro ser con la mente. Nuestras capacidades no vienen determinadas por esa pequeña voz sutil negativa que intenta ningunear nuestro ser y nuestro potencial. Le hemos dado cabida porque nos hemos identificado con esa voz, le hemos dado categoría de ser. Por tanto, la solución está en trascender a esa visión reduccionista y alinearnos con lo que verdaderamente somos, una conciencia activa en la que confluyan las tres dimensiones de nuestra existencia. La dimensión física, psíquica y espiritual del ser humano.
Adoptando esta conciencia es cuando la mente se transforma en un instrumento y recurso al servicio nuestro. Le damos un uso práctico a la mente sin derivar ninguna identidad en ella. Es aquí cuando la mente se transforma en un mecanismo que ofrece soluciones a los enigmas que se nos presentan en la vida, exprimiendo su enorme y rico potencial en forma de ideas, capacidades y creatividad. Hemos logrado de esta forma que la mente cumpla su misión originaria, sacar la mejor versión de nosotros mismos.
¡Feliz miércoles a todos! ¡Estándares altos siempre!
Os subo un vídeo excepcional en el que Bashar nos habla sobre como quitar el ancla de las expectativas y lograr optimizar la mente para que nos brinde el máximo.
“Acepta y después actúa. Acepta cualquier cosa que contenga el momento presente como si lo hubieras elegido. Trabaja siempre a favor del momento, no contra él. Haz del presente tu amigo y aliado, no tu enemigo. Esto transformará milagrosamente tu vida”
(Eckhart Tolle)