La mentirosa indiferencia

A mí Elena Ferrante y su La vida mentirosa de los adultos me ha dejado indiferente, es más, me ha costado incluso continuar la lectura en ciertas partes. Oh, infame blasfemia para la mercadotecnia literaria habitual. Su editorial, Lumen, asegura que sigue siendo una escritora italiana que no quiere desvelar su identidad, aunque un periodista apuntara el dedo hacia una traductora y su marido hace unos años. La cuestión es que todo lo que escribe se convierte en oro, después de una trilogía llamada Dos Amigas.

El caso es que yo me acabo de leer La vida mentirosa de los adultos, una telenovela sobre una niña que se convierte en adolescente al descubrir que no es la belleza que sus padres dicen y que en su familia se esconde un secreto. A partir de ahí, el lector se encuentra un viaje por la adolescencia, ese periodo hormonal alterado en el que no soportamos a los adultos que nos rodean, nos preocupan demasiado (o no) los estudios, no tenemos ni idea de qué queremos ser, aunque todos nos lo pregunten y no soportamos la persona que somos porque, entre otras cosas, ejercemos tanta sinceridad cruel con los otros como con nosotros mismos.

Y luego está ese descubrimiento exótico del sexo, esa mezcla de deseo, autoexploración y asco. Y ese sentimiento de autodestrucción que, siento decirlo queridos adolescentes, resulta que se mantiene en determinadas épocas de la vida adulta. Y esa subida y bajada de emociones, y ese desparpajo fingido que oculta una insoportable inseguridad en el cuerpo y en la mente. Y esos amores platónicos que nos destrozan porque no nos dejarán nunca disfrutar del amor al que sí podemos aspirar con fundamento. Me doy cuenta que llevo demasiadas palabras escritas sobre este libro. A ver si mi indiferencia ante él va a ser también una mentira.