Revista Tendencias
Este invierno ya se vaticinaba que sería especialmente duro y yo, miembro honorífico del club Me cago en el puto frío, abierto de lunes a domingo, los meses que contienen una r en su nombre, me hice con el mejor invento que se puede encontrar uno en un bazar chino.Un día, como cualquier otro, perdiendo el tiempo o haciéndolo, pues ahora no recuerdo muy bien, ya que a veces, como me tomo la vida con calma, soy de llegar pronto a los sitios y este tipo de tiendas son ideales para pasar el rato, así a lo tonto, mirando estanterías repletas de artículos de lo más variopintos. Entré en unos chinos que se encuentran en la Avenida Sarrià. Lo normal, pensaréis, es que en todos los chinos sus artículos tengan unos precios similares pero no, los orientales que son muy pillos, ya saben dónde deben poner una rampoina a más alto precio. Y este en especial, por tratarse de la zona, no sería de los más baratos que digamos. Aún así, sin muchas ansias de compra entré a chafardear.Mi sorpresa fue cuando descubrí el cojín cuqui guay calentador.¿Cómo? Sí, amigos lectores y fans en general. La piedra filosofal en forma de diminuta almohada hecha con tela de forro polar azul con estrellitas blancas y un bolsillito para poner las manos. Lo bueno del invento es que es como una tetera eléctrica, la enchufas a la electricidad y en cuanto hierve el agua ya puedes entrar en éxtasis durante horas.Mi vida ha dado un giro de 360 grados que ha hecho que me quede en el mismo sitio pero qué coño muchísimo más agustico. ¡Ande vas a parar!Mi mamá, que la pobre sufre de dolores musculares, se lo recomendé y ya se ha hecho su mejor amigo. Hace poco, vinieron unas amigas a cenar y cuando les presenté al que me da su calor en las frías noches de invierno quedaron maravilladas. Y en la cena de Navidad, con los que aguantan mis locuras escritas, al comentar que no solo andaba con el cojín mágico sino con otro saquito con semillas para el microondas en los pies, D se me quedó mirando con ojos incrédulos y como si de un rótulo de carretera se tratase apareció en su frente: con lo maja que parece y lo loca que está... Ya sí, no soy perfecta, D, què hi farem y menos por debajo de los diez grados. Quizás sí que algunos les pueda parecer un poco exagerado manta o nórdico, según si sofá o cama, más bolsa de semillas en pies, más cojín cuqui guay en barriguita. Pues una cosa os digo, ande yo caliente, ¡ríase la gente! ¡Abajo la tiranía de las estufas y las eléctricas con sus sablazos! Pero también hay que decir que no soy la única que tira de métodos externos para albergar un poco de calor. Me consta, que son muchas y algunos que tienen a bien el uso de la mítica bolsa de agua. Para mí, ¡ya una antigualla!