Siete pasos para la felicidad
Piensa menos, siente más.
Frunce el ceño menos, sonríe más.
Habla menos, escucha más.
Juzga menos, acepta más.
Mira menos, haz más.
Quéjate menos, aprecia más.
Teme menos, Ama más.
Como alguien dijo: si quieres comprender la palabra felicidad, tienes que entenderla como recompensa y no como fin. La felicidad es una compensación, no un objetivo.
Está claro que sentir, sonreír, escuchar, aceptar, hacer, apreciar y amar, serán monedas (las más valiosas e imprescindibles) en nuestra mochila existencial. Pero ¿cómo adquirimos esas monedas?
Podemos ir un poco más allá: ¿cuál es el fin? ¿cuál es la meta? ¿cuál es el objetivo? ¿cuál es la misión de nuestra existencia? Aquí es donde tocamos hueso.
Nuestra vida conlleva una misión. Incluso diría que ya estaba escrita desde antes de nacer. En nuestro corazón. Enterrada después de mucho tiempo de pensar demasiado y de sentir poco.
Me atrevería a decir que si nuestro corazón no se encuentra alineado con nuestra misión en esta vida, nuestra vida se llena de pensamientos ingratos, de mal humor, de conversaciones irrelevantes, de prejuicios insanos, de pasividad e inapetencia, de quejas y de miedos.
Así fue en mi caso. Un día descubrí que no era feliz. Aun teniendo todo aquello que me permitiría serlo, no era feliz.
Y la pregunta era insidiosa y recurrente ¿por qué no era feliz? Poco a poco, se me fue relevando que quizás no era feliz porque no tenía clara mi misión en esta vida. No disponía de suficiente luz en el camino.
Cuando se ha aclarado la meta, mi existencia se ha llenado de felicidad y de todas esas monedas que tanto había buscado: de sentimientos, sonrisas, ganas de escuchar, aceptar, actuar, agradecer y amar. Simplemente deseaba crecer.
Cuanto más alto coloque el hombre su meta, tanto más crecerá. (Friedrich Schiller)