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La metáfora del ébola (i)

Por Mbbp
oct
15
2014 actualidad // Miguel Benavent de B. // Opinión

LA METÁFORA DEL ÉBOLA (I)

Author Escrito por Miguel Benavent de B.   Comments Sin comentarios

La metáfora del ébola

Hace unos años escribí un post similar sobre la catástrofe de Haití y otro sobre el atentado del 11S en Nueva York, entre muchos similares más, como si de unas metáforas se trataran y fui tildado de demagogo e insensible. Siempre he pensado que la vida muchas veces se expresa a través de metáforas, que nos dan una visión de la Humanidad y de nuestro mundo de hoy, para que despertemos a la realidad y nos movilicemos, sobre todo nuestra conciencia. Hoy lo haré sobre el ébola, esa dramática catástrofe -a la que llamamos eufemísticamente “humanitaria”- que viven algunos países de África y que, de alguna manera, está llegando hasta nosotros a marchas forzadas…

No insistiré sobre nuestra irresponsabilidad ante los problemas del mal llamado Tercer Mundo, después de haberlo debastado y habernos lucrado de sus recursos naturales, desde siempre. Eso ya es historia… o es actualidad, nada nuevo bajo el sol. Tampoco mencionaré que es nuestro gran banco de pruebas médicas y epidemiológicas, faltando al mínimo respeto por los seres humanos con derechos propios, entre ellos la salud y la vida. Ni hablaré del colonialismo occidental en unos países que necesitan progresar para salir de su dramática situación económica, política y social, el peor escenario para un drama sanitario como éste.

Hoy quiero hablar de una epidemia que afecta a los países más pobres y, curiosamente, salpicados por la corrupción y el autoritarismo de un poder en connivencia con la comunidad internacional. Y de cómo nuestra falta de humanidad y de verdadero interés por su bienestar nos está creando un efecto boomerang, pues esta epidemia está demostrando aquello de que “quien a hierro mata, a hierro muere”. Además de evidenciar una vez más que nuestra tolerancia al sufrimiento ajeno es infinita… hasta que nos afecte directamente a nosotros. Seguimos como en la edad media aislando a los “apestados”, aunque en este caso eludiendo nuestra responsabilidad en la creación y extensión de la peste, que con toda seguridad nosotros favorecimos con nuestra indiferencia, codicia o con nuestras ansias de poder. Resultado? Países y millones de personas sin recusos económicos ni médicos, sin productos farmacéuticos adecuados, sin recursos humanos ni sanitarios para poder paliar los terribles efectos de una epidemia devastadora y de alcance hoy ilimitado…

Seguirá…

 


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