Para Kafka la peor de las pesadillas que uno pueda imaginarse podía trasladarse al mundo real. Este es el secreto de que La metamorfosis sea una de las mejores novelas de horror - sin que quepa clasificarla estrictamente en este género - jamás escritas. En una carta a Felice Bauer, su prometida de aquel tiempo, le hablaba del proceso de creación del relato:
"Mi amor, ¡pero qué extramadamente repulsiva es la historia que acabo de apartar a un lado para recuperarme pensando en ti! Ha avanzado ya hasta un poco más de la mitad y, en conjunto, no estoy descontento con ella, pero en cuanto a nauseabunda, lo es de un modo ilimitado, y cosas como esta, te das cuenta, provienen del mismo corazón en el tú habitas y toleras como morada."
El despertar de Gregor Samsa, convertido en un enorme y repugnante insecto, es uno de los momentos icónicos de la literatura universal. Kafka no se plantea por qué ha sucedido tal cosa, tampoco lo hace la familia del protagonista. Lo que sucede en realidad es una especie de resignación, una penosa adaptación a la nueva situación por parte de Gregor y su familia, como si la transformación fuera un castigo bíblico, una desgracia que hay que aceptar, aunque sea a regañadientes. El autor de El castillo no obvia ningún detalle desagradable en la descripción del bicho monstruoso que la noche antes era un ser humano. Además del desconcierto inicial, el miedo es el sentimiento imperante en un Gregor que conserva todavía su humanidad, el cariño por su familia, pero se ve asediado por nuevos instintos propios de su recién estrenada condición. Además, su familia, que dependía económicamente de él, intenta obviar su existencia, delegándose en su hermana menor la responsabilidad de llevarle alimento. Poco a poco la situación se va deteriorando. El insecto ya no tiene lugar en el mundo, la existencia es una experiencia absurda, un infierno cotidiano que afecta a Gregor y a los que le rodean. Al final, ni siquiera la diligente hermana soporta enfrentarse a un ser cada día más enfermo y repulsivo.
La metamorfosis puede ser leída como la gran parábola del individuo diferente enfrentado a la imposibilidad de convivir en el seno de una sociedad a cuyos usos no es capaz de adaptarse. Ya antes de la transformación, la existencia de Gregor Samsa estaba presidida por la angustia propia de la profesión de viajante de comercio, la de un joven sometido a las exigencias cotidianas de un trabajo incómodo. También es una especie de alegoría en un momento - el comienzo de la Primera Guerra Mundial - en el que los ciudanos libres eran obligados a ingresar en el Ejército para protagonizar matanzas inauditas hasta la fecha, como si de pronto se hubieran transformado en insectos, cuyas vidas son perfectamente prescindibles. Y hablando de Franz Kafka, es imposible dejar de pensar en las matanzas de judíos que se iniciarían un par de décadas después: otros seres humanos que se vieron, casi de un día para otro, convertidos en seres repulsivos por obra y gracia de unas leyes criminales. Aunque su muerte prematura le evitó la experiencia, ¿qué hubiera podido decir el jurista Kafka si hubiera sobrevivido de alguna manera a la Segunda Guerra Mundial?