Un equipo internacional ruso y
belga, incluidos científicos de la Universidad HSE, descubrió que algunas áreas,
como las regiones de las cortezas insular y parietal, funcionan de forma más
sincronizada con otras áreas del cerebro después del vuelo espacial. Por otro lado,
la conectividad del cerebelo y los núcleos vestibulares, disminuye. Durante los
vuelos, los astronautas están continuamente expuestos a la ingravidez, lo que
requiere adaptación y provoca cambios dentro del cuerpo. El equipo utilizo
imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para medir la conectividad funcional
del cerebro en un grupo de once cosmonautas antes y después de las misiones
espaciales que duraron un promedio de seis meses y luego compararon sus datos
con los de voluntarios sanos que se habían quedado en la Tierra. Los
investigadores descubrieron cambios en las conexiones cerebrales de los
cosmonautas ya que para compensar el equilibrio, en microgravedad, el cerebro
desarrolla un sistema auxiliar de control somatosensorial, con una mayor
dependencia de la retroalimentación visual y táctil en lugar de la información
vestibular. En la Tierra, los núcleos vestibulares son responsables de procesar
las señales que provienen del sistema vestibular, pero en el espacio, el
cerebro puede reducir la actividad de estas estructuras para evitar información
contradictoria sobre el medio ambiente. También descubrieron que después del
vuelo espacial, las conexiones del cerebelo y una serie de otras estructuras,
particularmente las responsables del movimiento, disminuyen. Por otro lado, la
resonancia magnética funcional mostró un aumento de las conexiones entre la
corteza insular en los hemisferios izquierdo y derecho, así como entre la
corteza insular y otras áreas del cerebro. Los lóbulos insulares, entre otras
cosas, son responsables de la integración de las señales provenientes de
diferentes sistemas de sensores. El área de la corteza parietal en la
circunvolución supramarginal derecha realiza funciones similares, lo que
también demostró una mayor conectividad con otras áreas del cerebro después del
vuelo. Los investigadores creen que este tipo de información ayudará a
comprender mejor porqué toma diferentes períodos de tiempo para que diferentes
personas se adapten a las condiciones del vuelo espacial y ayudará a
desarrollar programas de entrenamiento individual más efectivos para el viaje
espacial. Los resultados del estudio fueron publicados hoy en Frontiers
in Physiology.