&version; La minería subterránea ha sido, y sigue siendo, uno de los trabajos más duros que existen en el mundo. El minero realiza su exigente labor privado de la luz del sol, rodeado de polvo y suciedad, trabando en incómodas posturas y expuesto continuamente al peligro de derrumbes y enfermedades respiratorias. Y eso a pesar de que las condiciones han mejorado mucho a lo largo de los siglos.
Por ello cuando se visita cualquier mina, uno debe ser consciente del enorme sacrificio que tuvieron que realizar los valientes hombres y mujeres que horadaron la tierra con su esfuerzo, sólo para extraer los preciados minerales...
La Mina Costanaza en Logrosán (Cáceres) es un buen ejemplo de lo que les hablo. Fueron muchos los mineros que perdieron la vida aquí por culpa, no tanto de accidentes como de la silicosis, a unas edades demasiado tempranas.
Sin embargo, no es menos cierto que la mina también salvó del hambre y la miseria a muchas familias de la zona, ya que les proporcionó un trabajo y un jornal, que aunque apenas les daba para comer, era un privilegio en aquellos tiempos tan difíciles.
Pues bien, la visita a la mina Costanaza comienza en el Centro de Interpretación, el que fuera el antiguo laboratorio de la mina y que aún conserva el suelo original de la época.
La mina Costanaza era una mina de fosfato. El fosfato es un mineral que debidamente tratado se convierte en superfosfato, pero para realizar con éxito esta transformación, es necesario por un lado que la fosforita cumpla unos requisitos mínimos de calidad (ley), y por otro mezclarlo con acido sulfúrico en las cantidades exactas. Estos trabajos lo realizaban los químicos en este laboratorio.
Pensad que el laboratorio se construyó en 1.907, y en aquellos tiempo no existían equipos de extracción de aire, ni mascarillas, ni guantes de látex, ni epis como los conocemos hoy en día, así que las quemaduras e intoxicaciones estaban a la orden del día. Aunque claro, nada que ver con el riesgo que asumían los mineros.
Hoy en día en el Centro de Interpretación, además de ver pipetas, tubos de ensayos, morteros y demás instrumentos de los químicos, también hay carteles informativos explicando porqué hay fosforita en Logrosán, y cómo empezó la explotación minera.
Según una vieja leyenda local, en el Cercón de la Bruja, en Logrosán, se celebraban aquelarres donde echaban al fuego unos polvos mágicos que emitían destellos fosforescentes. Estos polvos no eran otra cosa que fosforita pulverizada.
Sin embargo, lo que atrajo a las compañías mineras inglesas a esta zona de Cáceres a mediados del siglo XIX no fueron las propiedad inflamable del fósforo, sino más bien su capacidad para convertirse en superfosfato, uno de los mejores fertilizantes que se conocen.
Su importancia para los cultivos actuales es tal, que el superfosfato es hoy por hoy uno de los compuestos químicos más fabricados del mundo. Y ustedes se preguntará, si es este producto es tan importante hoy en día, ¿por qué cerró la mina? la respuesta es simple, porque surgieron otros yacimientos, sobre todo en el norte de África, que abarataron el producto y la mina dejó de ser rentable, cerrando en 1.946.
Pues bien, una vez que tenemos una idea de qué es lo que se producía aquí, para qué servía, y qué es lo que sucedió para su cierre, es hora de ponerse el equipo de protección y pasar a la acción visitando la mina por dentro.
Y lo primero que vemos es una parte de la mina apartada de resto por motivos de seguridad, el polvorín, que no es otra cosa que una pequeña habitación subterránea donde se guardaba la pólvora que se usaba para los explosivos y barrenos.
Actualmente en la estancia han colocado unas estanterías con minerales procedentes de todo el mundo, cosa que no es de extrañar dado que estamos en una mina, pero curiosamente junto a los minerales también hay expuestos dientes de tiburón fosilizados.
El motivo se desveló poco después de que a mi hija le diera la guía unos polvitos mágicos invisibles que ella sopló al aire, y entonces se apagó al luz y se hizo la magia...
...y es que la sala es en realidad un cuarto oscuro de minerales fluorescentes que brillan bajo la luz ultravioleta. Y esto incluye a los fósiles de dientes de tiburón que también brillan.
La verdad es que estar rodeados de minerales brillantes es una experiencia cuanto menos curiosa y extraña. Los hay de todos los colores, rojo, azul, naranja, verde, amarillos...
...y algunos de estos brillantes minerales están dentro de pequeñas cajas transparentes. El motivo es que estos minerales en concretos son además radioactivos, así que se mira, pero no se toca.
La verdad es que esta parte de la visita es muy divertida para los niños (y no tan niños), pero hay otra parte que también les suele gustar mucho a los peques, porque también nos vamos a montar en un pequeño tren minero...
...con el tren vamos a recorrer un tramo, quizás demasiado corto, de la primera galería del Pozo María, y también recorremos un pequeño trayecto del exterior de la bocamina.
Precisamente en el exterior de la mina podemos ver una vagoneta cargada de minerales como las que recibían las mujeres de la mina, quienes se encargaban de clasificar y desechar los pesados materiales. También en el exterior de la mina, a lo lejos, podemos ver el Castillete minero del Pozo Filón.
Este castillete, hecho de mampostería y ladrillo, contaba en su parte superior con una cabria metálica o de madera que era movida por la maquinaria instalada en el casetón adjunto, que accionaban las poleas que subían y bajaban las jaulas.
Ya en el interior de la galería nos quedamos impresionado con la pericia de los arcos de sotenimiento.
En las zonas donde la roca está muy triturada y hay riesgo de derrumbe, se entibaba la galería mediante una estructura tubular formada por varios arcos de mampostería y reforzadas por jambas perpendiculares a la base. Estas estructuras fueron diseñadas por ingenieros belgas, y recientemente fueron mineros asturianos los que reforzaron con gran maestría diversas zonas de la mina para adecuarlas a las visitas.
En las paredes de la galería todavía se observa la huella de los mineros, podemos ver barrenas, picotazos, herramientas, guiaderas, incluso antiguas lámparas de aceite..
También hay un pequeño hueco donde habían instalado una virgen a modo de capilla, ya saben, para proteger a los valientes mineros cuya toda ayuda es poca.
Y se pueden ver otros espacios curiosos como una antigua chimenea de aireación completamente inundada por aguas freáticas.
Por cierto, en estas aguas vive un escurridizo ser...pero mejor pregunten a su guía por el...
El paseo por la mina se realiza por dos de las catorce galería, pero es suficiente para hacerte una buena idea del trabajo que aquí se realizaba.
La última parte de la visita es el Museo Geológico y Minero, donde podrán descubrir el origen geológico de toda esta zona y saber el porqué aquí es tan abundante este preciado mineral. De hecho la mina Costanaza es sólo una de las siete minas que existieron en Logrosán.
Yo me voy despidiendo ya, pero tienen más información de la mina, así como los horarios, situación, tarifas, teléfono para reservar la visita (es obligatorio) e incluso un plano 3d en la web oficial.
Hasta pronto