La disposición del peñón toledano, formado por potentes rocas que conforman empinadas e impermeables laderas, hace que la disponibilidad de agua subterránea en la ciudad sea desde siempre escasa. Solamente en los llamados popularmente “escupideros”, fisuras entre las masas rocosas, encontraremos pequeños pero permanentes caudales.
Antiguamente el origen del agua que alimentaba estos manantiales era casi exclusivamente natural, proveniente de la lluvia que caía sobre el macizo rocoso de Toledo, y que acumulada en concavidades dispersas por toda la superficie del recinto histórico, fluía en mayor o menor cantidad hasta su agostamiento.
Hoy en día éstas “cantimploras” pétreas reciben aportes de fugas de la red municipal de abastecimiento y de la red de saneamiento, circunstancia que provoca que las aguas no sean potables, si bien hay que recordar también que las aguas naturales de lluvia se han contaminado desde siempre, en el peñón toledano, por el inevitable aporte salino del terreno que las convierte en fuertemente salobres y no aptas para el consumo.
Hoy queremos mostrarles un sótano recientemente rehabilitado con ayudas de nuestra institución. Un espacio abovedado subterráneo que aloja, en uno de sus extremos, una mina o surgencia de agua. Se encuentra situado en el nº 5 de la Calle de la Trinidad, en el local comercial de la familia Saavedra. Les trascribimos a continuación, por su interés, una breve descripción de este espacio realizada por el arqueólogo D. Antonio Gómez Laguna, del servicio de asistencia arqueológica del Ayuntamiento de Toledo: ”
A pesar de la construcción del edificio moderno en el siglo XX, los restos conservados, han permitido intuir la evolución del pozo. En origen formó parte de una casa islámica, en cuyo patio se excavó, en la roca natural sobre la que se asienta la ciudad de Toledo, un pozo.
El agua que almacenaba se nutría de las filtraciones que tiene, y se accedía a ella mediante un brocal situado en su parte superior. La diferencia de altura con la Calle Actual de la Trinidad, hace pensar que el acceso a esta casa, se produjera a través de un adarve desde el cercano Callejón de la Ciudad. Junto a esta casa islámica, existió otra. Aunque de ella sólo se ha conservado un recinto con pesebreras.
En un momento posterior a la toma de la ciudad por Alfonso VI (1085), las dos casas islámicas se unieron en una sola, formando una casa señorial. El resultado de esta reforma fue la destrucción de las pesebreras, la construcción de las bóvedas actuales y un nuevo acceso al pozo.
Para ello se derribó el muro medianero de ambas casas islámicas y se perforó la roca para acceder al agua. Las nuevas bóvedas se adaptan de forma magistral al desnivel natural de la roca y están construidas con ladrillo macizo, trabados con mortero de cal y arena.
Desde este momento, que se puede fechar entre los siglos XIII o XIV, al pozo se podía acceder desde arriba, mediante el brocal ubicado en el patio o desde un lateral. Para facilitar el acceso, se construyeron unas escaleras que descienden hasta el agua” (Antonio Gómez Laguna)
por Jose María Gutiérrez Ariashttp://www.consorciotoledo.org/la-mina-agua-la-trinidad/
Revista Cultura y Ocio
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