Litografía de A. di Lorenzo. Wikimedia Commons
En el siglo XVIII aún continuaba siendo toda una excepción que una mujer despuntara por sus dotes intelectuales. Laura Bassi siguió el patrón del puñado de nombres propios que antes que ella pudieron hacer algo más con su vida que dedicarse a las tareas domésticas. Fue su entorno privilegiado y verse rodeada de hombres de mente (relativamente) abierta, lo que permitió a esta científica italiana exprimir sus capacidades. Piadosa, solidaria con los más necesitados, voluntariosa y con gran capacidad de trabajo, Laura Bassi pudo ser científica, esposa y madre. Aunque con ciertas limitaciones, pues aún era un tiempo en el que una mujer sabia se veía como una poderosa amenaza.
Laura Maria Caterina Bassi nació en una fecha indeterminada alrededor del 29 de octubre de 1711 en la ciudad italiana de Bolonia. Hija de un abogado que pronto vio con buenos ojos las capacidades intelectuales de Laura, esta empezó a estudiar desde muy pequeña. Con tan solo cinco años, su primo, el padre Lorenzo Stegani le abrió las puertas del conocimiento enseñándoles varias lenguas y los primeros rudimentos de matemáticas. También en su propio hogar, Giuseppe Bassi invitó al médico y amigo de la familia Gaetano Tacconi para que la instruyera en disciplinas como las matemáticas, la filosofía o la historia natural. Pronto se convirtió en un diamante en bruto que Tacconi se dispuso a mostrar al mundo y como era profesor de la Universidad de Bolonia se convirtió en su principal mentor y aliado.
Laura Bassi fue la primera mujer en ingresar en la Academia de Ciencias de Bolonia, la primera profesora en una universidad y la primera en obtener un doctorado en ciencias.El 20 de marzo de 1732, cuando era una joven de a penas veintiún años, Laura Bassi hizo historia siendo aceptada en la Academia de Ciencias de Bolonia. Era la primera mujer que alcanzaba semejante reconocimiento y a una edad tan temprana sin haber recibido una educación formal como cualquier universitario de su tiempo. Ese mismo año, Laura, bajo la protección de Prospero Lorenzini Lambertini, quien terminaría alcanzando la silla de Pedro como Benedicto XIV, pudo mostrar su valía intelectual y científica que fue reconocida con un doctorado en ciencias por la Universidad de Bolonia. También obtuvo un doctorado en filosofía, convirtiéndose en la segunda mujer en la historia, tras Elena Cornaro, en obtener semejante reconocimiento académico.
Laura Bassi. Carlo Vandi. Wikimedia Commons
Aquel espléndido año de 1732 culminó con un nuevo logro al conseguir un puesto como profesora de física de la Universidad de Bolonia. Un puesto que la honraba pero que tenía una importante letra pequeña. Muchas dificultades tuvo para poder dar clases con libertad, y mucho menos en un aula en la que solo hubiera hombres, mayoría aplastante, por otro lado, en aquel momento en las universidades. Así que Laura se tendría que conformar con dar conferencias en escenarios específicos en los que también acudían excepcionalmente mujeres.
El Senado de Bolonia honró a Laura Bassi con una medalla conmemorativa en la que aparecía su cara en un lado y una representación de Minerva, la diosa de la sabiduría, en el otro.El 7 de febrero de 1738 se casaba con Giuseppe Veratti, a quien conoció en los círculos universitarios, pues era médico y profesor de anatomía en la Universidad de Bolonia además de pertenecer como ella a la Academia de Ciencias. Junto a Giuseppe, Laura volvió a ser una excepción a la norma. Mientras otras mujeres eruditas o artistas abandonaban su vida profesional cuando se convertían en esposas, Laura pudo compaginar ambas facetas. Además, tuvo ocho hijos (algunas fuentes apuntan hasta doce vástagos), cifras ambas elevadas para una mujer que pretendía también continuar con su vida como científica.
La complicidad de Giuseppe fue clave del éxito de una pareja que se convirtió en un sólido equipo creando un laboratorio en su propia casa y dando clases privadas. Ambos trabajaron en distintos experimentos científicos basados en las ideas de Newton. La electricidad, los fluidos, el fuego, se convirtieron en objeto de análisis y debate en un hogar de lo más apasionantemente peculiar.
Medalla conmemorativa emitida por el Senado de Bolonia en honor a Laura Bassi. Wikimedia Commons
En 1745, cuando su mentor Lambertini era ya papa, creó un grupo de élite científica bautizado con el nombre de Benedettini en el que Laura Bassi consiguió ingresar aunque no sin ciertas reticencias por parte de los sesudos eruditos. Única mujer del grupo, se le permitió formar parte de él pero se le negó el derecho a tener voto como el resto.
Laura Bassi dedicó toda su vida a la ciencia, llegando a escribir casi una treintena de estudios científicos e intercambiando ideas con otros científicos de su tiempo. También tuvo tiempo para la poesía, la piedad y las causas solidarias, además de cuidar de su amplia prole que se vio reducida a cinco a causa de la tan habitual mortalidad infantil. A su muerte, el 20 de febrero de 1778, su nombre fue diluyéndose con el paso de los años como una vela que está condenada a apagarse. Y, a pesar de que animó a otras mujeres con su ejemplo a sumergirse en el apasionante mundo de la ciencia, fue, al fin y al cabo, una mujer excepcional.
Bibliografía y referencias
Magnificent minds: sixteen pioneering women in science and medicine, Pendred NoyceHypatia's heritage: a history of women in science from antiquity through the nineteenth century, Margaret Alicmathshistory.st-andrews.ac.uk/Biographies/Bassi/britannica.com/biography/Laura-Bassi