Revista En Femenino
En los años previos a la revolución, mientras el pueblo francés acumulaba crisis económicas y problemas sociales, veían con perplejidad las excesivos gastos de su última reina. María Antonieta, amante del lujo y el desenfreno, organizaba fiestas y gastaba dinero de manera descontrolada. De sus muchos caprichos, la moda fue uno de ellos. Una joven modista que poco antes había llegado a París se convertiría en su confidente en cuestiones de vestimenta y peinado. Rose Bertín, a pesar de ser plebeya y provocar las envidias de muchos miembros de la corte, pasaría a la historia como la primera mujer en convertir en arte del vestir en alta costura.
Marie-Jeanne Bertin nació el 2 de julio de 1747 en la Picardia francesa, en la ciudad de Abbeville. Tras pasar su infancia en provincias, Marie-Jeanne decidió trasladarse a París y cumplir su sueño de dedicarse al mundo de la moda. Con tan sólo dieciséis años cambió su nombre por el de Rose y abrió una tienda de ropa en la calle Saint-Honoré con el pomposo nombre de Le Grand Mogol.
Cuando la princesa austriaca María Antonieta llegó a París para casarse con el delfín de Francia, conocería a Rose de la mano de de la duquesa de Chartres, quien era una clienta habitual de Le Grand Mogol. Pronto la joven emprendedora se ganó la confianza de María Antonieta a quien no le importó el origen plebeyo de Rose. Así, ante la mirada atónita de los miembros de la corte, la modista se paseaba con total libertad por los salones de palacio haciendo las delicias de su real clienta.
Entre Rose Bertin y el peluquero Leonard Autié, crearon para la reina todo un estilo propio que marcó aquellos últimos años del Antiguo Régimen. Peinados imposibles con recreaciones navales y vestidos revolucionarios que marcaron el inicio de la alta costura. Durante casi dos décadas, las creaciones de Bertin fueron las más codiciadas entre la alta sociedad parisina. Su fama traspasó fronteras y Le Grand Mogol produjo trajes para la aristocracia y la realeza de buena parte de europa.
Pero mientras María Antonieta lucía aquellos costosos trajes y Rose Bertin se enriquecía de manera vertiginosa, París se preparaba para levantarse contra la injusticia. La toma de la Bastilla el 14 de junio de 1789 cambiaría el destino de la familia real y con ella el de la que hasta entonces era conocida como ministra de la moda.
Aun así, la reina tardó tiempo en resignarse a renunciar al lujo en el que había vivido hasta ese momento y continuó pidiendo encargos a Rose. Incluso para el plan de fuga de los reyes que se vio frustrado en Varennes, la reina hizo un encargo especial a su modista.
Cuando los acontecimientos revolucionarios se precipitaron y el terror empezó a invadir las calles de París, fueron muchos los aristócratas y nobles que empezaron a huir a Inglaterra. Con ellos se iban las posibilidades de ventas de Rose quien también decidió traspasar el canal de la Mancha. Pocos meses después, su clienta más importante, y quien la encumbró en lo más alto del mundo de la moda moría en la guillotina.
Años después, en 1895, Rose Bertin volvería de nuevo al París que la vio nacer como modista. Pero a pesar de que durante un tiempo recobró un cierto renombre gracias a Josefina Bonaparte, el esplendor pasado y vivido con María Antonieta ya no se volvería a repetir.
Cansada y mayor, Rose Bertin trasladó su tienda y se retiró a vivir a Epinay Sur Seine hasta su muerte el 22 de septiembre de 1813.