Revista Diario

La mirada hoy no es alegre

Por Carmentowanda

Ale llegó serio del instituto, su cara mostraba cierto cansancio aunque esas ojeras, esa mirada y esos ojazos tristes delataban que algo había ocurrido. El origen no hacía falta que me lo explicara, sabía qué le había pasado, lo sabía desde el momento que días atrás me dijo que quería invitar a su cumpleaños a 12 compañeros de clase.

Cuando salimos de mi trabajo le pregunté que le habían dicho los compañeros, Ale no encontraba los signos para explicarme lo ocurrido. Cuatro le habían dicho que si, pero del resto no conseguía explicarme que habían dicho, después de un pedazo de rato que me pareció interminable, me dijo que algunos ni siquiera le habían cogido la invitación, esto acompañado de una expresión que me conmovió.

Llegamos a casa, comió y se acostó, normalmente me dice que lo acompañe para arroparlo y darle un beso pero desapareció por el pasillo sin decir nada. Cuatro horas después asomó con una cara ensombrecida y me preguntó si habían llamado para confirmar la asistencia al cumpleaños, le dije que no, se quedó sentado junto a mi serio y con la mirada perdida. Me invadió una profunda tristeza,.
Después a solas me caían las lágrimas, me sentí muy dolorida quizá extremadamente.
Los cambios hormonales están haciendo estragos en mi estado anímico y en la capacidad de gestionar la interpretación de la realidad.

La inclusión educativa no genera relaciones sociales naturales.

Tenemos a los adolescentes reunidos por tipo de diversidad, fuera del ámbito escolar (y dentro también) no todos se relacionan con todos, salvo excepciones de chavales con diversidad física el resto se relaciona con iguales en diversidad, sobre esto nada tengo que decir hoy porque la hormona cabrona anda merodeando en mi ánimo y bastante tarea me viene dando estos días como para darle hoy vuelos.


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