I. La meditación
1. Aquí se cuenta cómo al sin-sentido de la vida se lo convierte en
sentido y plenitud.
2. Aquí hay alegría, amor al cuerpo, a la naturaleza, a la
humanidad y al espíritu.
3. Aquí se reniega de los sacrificios, del sentimiento de culpa y de
las amenazas de ultratumba.
4. Aquí no se opone lo terreno a lo eterno.
5. Aquí se habla de la revelación interior a la que llega todo
aquel que cuidadosamente medita en humilde búsqueda.
II. Disposicion para comprender
1. Sé cómo te sientes porque a tu estado puedo experimentarlo pero
tú no sabes cómo se experimenta lo que digo. Por consiguiente, si
te hablo con desinterés de aquello que hace feliz y libre al ser
humano, vale la pena que intentes comprender.
2. No pienses que vas a comprender discutiendo conmigo. Si crees que
contrariando esto tu entendimiento se aclara puedes hacerlo pero no
es ése el camino que corresponde en este caso.
3. Si me preguntas cuál es la actitud que conviene, te diré que es
la de meditar en profundidad y sin apuro lo que te explico aquí.
4. Si replicas que tienes cosas más urgentes en qué ocuparte,
responderé que siendo tu deseo dormir o morir, no haré nada para
oponerme.
5. No argumentes tampoco que te desagrada mi modo de presentar las
cosas porque eso no dices de la cáscara cuando te agrada el fruto.
6. Expongo del modo que me parece conveniente no del que fuera
deseable para quienes aspiran a cosas alejadas de la verdad interior.
III. El sin-sentido
En muchos días descubrí esta gran paradoja: aquellos que llevaron
el fracaso en su corazón pudieron alumbrar el último triunfo,
aquellos que se sintieron triunfadores quedaron en el camino como
vegetales de vida difusa y apagada. En muchos días llegué yo a la
luz desde las oscuridades más oscuras guiado no por enseñanza sino
por meditación.
Así me dije el primer día:
1. No hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.
2. Toda justificación de las acciones, sean éstas despreciables o
excelentes, es siempre un nuevo sueño que deja el vacío por
delante.
3. Dios es algo no seguro.
4. La fe es algo tan variable como la razón y el sueño.
5. “Lo que uno debe hacer” puede discutirse totalmente y nada
viene definitivamente en apoyo de las explicaciones.
6. “La responsabilidad” del que se compromete con algo no es
mayor que la responsabilidad de aquel que no se compromete.
7. Me muevo según mis intereses y esto no me convierte en cobarde
pero tampoco en héroe.
8. “Mis intereses” no justifican ni desacreditan nada.
9. “Mis razones” no son mejores ni peores que las razones de
otros.
10. La crueldad me horroriza pero no por ello y en sí misma es peor
o mejor que la bondad.
11. Lo dicho hoy por mí o por otros, no vale mañana.
-
Morir no es mejor que vivir o no haber nacido, pero tampoco es
peor.
-
Descubrí no por enseñanza, sino por experiencia y meditación,
que no hay sentido en la vida si todo termina con la muerte.
IV. La dependencia
El día segundo.
1. Todo lo que hago, siento y pienso, no depende de mí.
2. Soy variable y dependo de la acción del medio. Cuando quiero
cambiar al medio o a mi “yo”, es el medio el que me cambia.
Entonces busco la ciudad o la naturaleza, la redención social o una
nueva lucha que justifique mi existencia... En cada uno de esos casos
el medio me lleva a decidir por una u otra actitud. De tal manera mis
intereses y el medio aquí me dejan.
3. Digo entonces que no importa qué o quién decide. Digo en esas
ocasiones que tengo que vivir, ya que estoy en situación de vivir.
Digo todo esto pero no hay nada que lo justifique. Puedo decidirme,
vacilar o permanecer. De todas maneras una cosa es mejor que otra,
provisoriamente, pero no hay “mejor” ni “peor” en definitiva.
4. Si alguien me dice que aquél que no come muere le responderé que
así es, en efecto, y que está obligado a comer aguijoneado por sus
necesidades pero no agregaré a esto que su lucha por comer justifica
su existencia. Tampoco diré que ello sea malo. Diré, con sencillez,
que se trata de un hecho individual o colectivamente necesario para
la subsistencia pero sin sentido en el momento en que se pierde la
última batalla.
5. Diré, además, que me solidarizo con la lucha del pobre y del
explotado y del perseguido. Diré que me siento “realizado” con
tal identificación pero comprenderé que nada justifico.
V. Sospecha del sentido
El día tercero.
1. A veces me he adelantado a hechos que luego sucedieron.
2. A veces he captado un pensamiento lejano.
3. A veces he descrito lugares que nunca visité.
4. A veces he contado con exactitud lo sucedido en mi ausencia.
5. A veces una alegría inmensa me ha sobrecogido.
6. A veces una comprensión total me ha invadido.
7. A veces una comunión perfecta con todo me ha extasiado.
8. A veces he roto mis ensueños y he visto la realidad de un modo
nuevo.
9. A veces he reconocido como visto nuevamente algo que veía por
primera vez.
...Y todo ello me ha dado que pensar. Buena cuenta me doy que, sin
esas experiencias, no podría haber salido del sin-sentido.
VI. Sueño y despertar
El día cuarto.
1. No puedo tomar por real lo que veo en mis sueños, tampoco lo que
veo en semisueño, tampoco lo que veo despierto pero ensoñando.
2. Puedo tomar por real lo que veo despierto y sin ensueño. Ello no
habla de lo que registran mis sentidos sino de las actividades de mi
mente cuando se refieren a los “datos” pensados. Porque los datos
ingenuos y dudosos los entregan los sentidos externos y también los
internos y también la memoria. Lo válido es que mi mente lo sabe
cuando está despierta y lo cree cuando está dormida. Rara vez
percibo lo real de un modo nuevo y entonces comprendo que lo visto
normalmente se parece al sueño o se parece al semisueño.
Hay una forma real de estar despierto: es la que me ha llevado a
meditar profundamente sobre lo dicho hasta aquí y es, además, la
que me abrió la puerta para descubrir el sentido de todo lo
existente.
VII. Presencia de la fuerza
El día quinto.
1. Cuando estaba realmente despierto iba escalando de comprensión en
comprensión.
2. Cuando estaba realmente despierto y me faltaba vigor para
continuar en el ascenso podía extraer la Fuerza de mí mismo. Ella
estaba en todo mi cuerpo. Toda la energía estaba hasta en las más
pequeñas células de mi cuerpo. Esta energía circulaba y era más
veloz e intensa que la sangre.
3. Descubrí que la energía se concentraba en los puntos de mi
cuerpo cuando éstos actuaban y se ausentaba cuando en ellos no había
acción.
4. Durante las enfermedades la energía faltaba o se acumulaba
exactamente en los puntos afectados. Pero si lograba restablecer su
pasaje normal muchas enfermedades empezaban a retroceder.
Algunos pueblos conocieron esto y actuaron restableciendo la energía
mediante diversos procedimientos hoy extraños a nosotros.
Algunos pueblos conocieron esto y actuaron comunicando esa energía a
otros. Entonces se produjeron “iluminaciones” de comprensión y
hasta “milagros” físicos.
VIII. Control de la fuerza
El día sexto.
1. Hay una forma de dirigir y concentrar la Fuerza que circula por el
cuerpo.
2. Hay puntos de control en el cuerpo. De ellos depende lo que
conocemos como movimiento, emoción e idea. Cuando la energía actúa
en esos puntos se producen las manifestaciones motrices, emotivas e
intelectuales.
3. Según la energía actúe más interna o superficialmente en el
cuerpo surge el sueño profundo, el semisueño, o el estado de
despierto... Seguramente las aureolas que rodean el cuerpo o la
cabeza de los santos (o de los grandes despiertos), en las pinturas
de las religiones, aluden a ese fenómeno de la energía que, en
ocasiones, se manifiesta más externamente.
4. Hay un punto de control del estar-despierto-verdadero y hay una
forma de llevar la Fuerza hasta él.
5. Cuando se lleva la energía a ese lugar todos los otros puntos de
control se mueven alteradamente.
Al entender esto y lanzar la Fuerza a ese punto superior, todo mi
cuerpo sintió el impacto de una energía enorme y ella golpeó
fuertemente en mi conciencia y ascendí de comprensión en
comprensión. Pero también observé que podía bajar hacia las
profundidades de la mente si perdía el control de la energía.
Recordé entonces las leyendas sobre los “cielos” y los
“infiernos” viendo la línea divisoria entre ambos estados
mentales.
IX. Manifestaciones de la energía
El día séptimo.
1. Esta energía en movimiento podía “independizarse” del cuerpo
manteniendo su unidad.
2. Esta energía unida era una suerte de “doble cuerpo” que
correspondía a la representación cenestésica del propio cuerpo en
el interior del espacio de representación. De la existencia de este
espacio, así como de las representaciones que correspondían a las
sensaciones internas del cuerpo, las ciencias que trataban sobre los
fenómenos mentales no daban noticia suficiente.
3. La energía desdoblada (es decir: imaginada como “afuera” del
cuerpo o “separada” de su base material), se disolvía como
imagen o se representaba correctamente dependiendo de la unidad
interna que tuviera quien operaba así.
4. Pude comprobar que la “exteriorización” de esa energía que
representaba al propio cuerpo como “afuera” del cuerpo, se
producía ya desde los niveles más bajos de la mente. En esos casos
sucedía que el atentado contra la unidad más primaria de la vida
provocaba esa respuesta como salvaguardia de lo amenazado. Por ello,
en el trance de algunos médiums cuyo nivel de conciencia era bajo y
cuya unidad interna estaba en peligro, estas respuestas eran
involuntarias y no reconocidas como producidas por ellos mismos sino
atribuidas a otras entidades.
Los “fantasmas” o “espíritus” de algunos pueblos o de
algunos adivinos no eran sino los propios “dobles” (las propias
representaciones), de aquellas personas que se sentían tomadas por
ellos. Como su estado mental estaba oscurecido (en trance), por haber
perdido control de la Fuerza, se sentían manejadas por seres
extraños que a veces producían fenómenos notables. Sin duda que
muchos “endemoniados” sufrieron tales efectos. Lo decisivo era,
entonces, el control de la Fuerza.
Esto variaba por completo tanto mi concepción de la vida corriente
como de la vida posterior a la muerte. Mediante estos pensamientos y
experiencias fui perdiendo fe en la muerte y desde entonces no creo
en ella, como no creo en el sin-sentido de la vida.
X. Evidencia del sentido
El día octavo.
1. La real importancia de la vida despierta se me hizo patente.
2. La real importancia de destruir las contradicciones internas me
convenció.
3. La real importancia de manejar la Fuerza, a fin de lograr unidad y
continuidad, me llenó de un alegre sentido.
XI. El centro luminoso
El día noveno.
1. En la Fuerza estaba la “luz” que provenía de un “centro”.
2. En la disolución de la energía había un alejamiento del centro
y en su unificación y evolución, un correspondiente funcionamiento
del centro luminoso.
No me extrañó encontrar en antiguos pueblos la devoción por el
dios-Sol y comprendí que si algunos adoraron al astro porque daba
vida a su tierra y a la naturaleza, otros advirtieron en ese cuerpo
majestuoso el símbolo de una realidad mayor.
Hubo quienes fueron más lejos aún y recibieron de ese centro
incontables dones que a veces “descendieron” como lenguas de
fuego sobre los inspirados, a veces como esferas luminosas, a veces
como zarzas ardientes que se presentaron ante el temeroso creyente.
XII. Los descubrimientos
El día décimo.
Pocos pero importantes fueron mis descubrimientos, que resumo de este
modo:
1. La Fuerza circula por el cuerpo involuntariamente pero puede ser
orientada por un esfuerzo consciente. El logro de un cambio dirigido,
en el nivel de conciencia, brinda al ser humano un importante atisbo
de liberación de las condiciones “naturales” que parecen
imponerse a la conciencia.
2. En el cuerpo existen puntos de control de sus diversas
actividades.
3. Hay diferencias entre el estado de despierto-verdadero y otros
niveles de conciencia.
4. Puede conducirse la Fuerza al punto del real despertar
(entendiendo por “Fuerza” a la energía mental que acompaña a
determinadas imágenes y por “punto” a la ubicación de una
imagen en un “lugar” del espacio de representación).
Estas conclusiones me hicieron reconocer en las oraciones de los
pueblos antiguos, el germen de una gran verdad que se oscureció en
los ritos y prácticas externas no alcanzando ellos a desarrollar el
trabajo interno que, realizado con perfección, pone al hombre en
contacto con su fuente luminosa. Finalmente, advertí que mis
“descubrimientos” no eran tales sino que se debían a la
revelación interior a la que accede todo aquel que, sin
contradicciones, busca la luz en su propio corazón.
XIII. Los principios
Distinta es la actitud frente a la vida y a las cosas cuando la
revelación interna hiere como el rayo.
Siguiendo los pasos lentamente, meditando lo dicho y lo por decir
aún, puedes convertir el sin-sentido en sentido. No es indiferente
lo que hagas con tu vida. Tu vida, sometida a leyes, está expuesta
ante posibilidades a escoger. Yo no te hablo de libertad. Te hablo de
liberación, de movimiento, de proceso. No te hablo de libertad como
algo quieto, sino de liberarse paso a paso como se va liberando del
necesario camino recorrido el que se acerca a su ciudad. Entonces,
“lo que se debe hacer” no depende de una moral lejana,
incomprensible y convencional, sino de leyes: leyes de vida, de luz,
de evolución.
He aquí los llamados “Principios” que pueden ayudar en la
búsqueda de la unidad interior.
1. Ir contra la evolución de las cosas es ir contra uno mismo.
2. Cuando fuerzas algo hacia un fin produces lo contrario.
3. No te opongas a una gran fuerza. Retrocede hasta que aquella se
debilite, entonces avanza con resolución.
4. Las cosas están bien cuando marchan en conjunto no aisladamente.
5. Si para ti están bien el día y la noche, el verano y el
invierno, has superado las contradicciones.
6. Si persigues el placer te encadenas al sufrimiento. Pero, en tanto
no perjudiques tu salud, goza sin inhibición cuando la oportunidad
se presente.
7. Si persigues un fin, te encadenas. Si todo lo que haces lo
realizas como si fuera un fin en sí mismo, te liberas.
8. Harás desaparecer tus conflictos cuando los entiendas en su
última raíz no cuando quieras resolverlos.
9. Cuando perjudicas a los demás quedas encadenado. Pero si no
perjudicas a otros puedes hacer cuanto quieras con libertad.
10. Cuando tratas a los demás como quieres que te traten te liberas.
11. No importa en qué bando te hayan puesto los acontecimientos, lo
que importa es que comprendas que tú no has elegido ningún bando.
12. Los actos contradictorios o unitivos se acumulan en ti. Si
repites tus actos de unidad interna ya nada podrá detenerte.
Serás como una fuerza de la Naturaleza cuando a su paso no encuentra
resistencia. Aprende a distinguir aquello que es dificultad,
problema, inconveniente, de esto que es contradicción. Si aquellos
te mueven o te incitan, ésta te inmoviliza en círculo cerrado.
Cuando encuentres una gran fuerza, alegría y bondad en tu corazón,
o cuando te sientas libre y sin contradicciones, inmediatamente
agradece en tu interior. Cuando te suceda lo contrario pide con fe y
aquel agradecimiento que acumulaste volverá convertido y ampliado en
beneficio.
XIV. La guía del camino interno
Si has comprendido lo explicado hasta aquí bien puedes experimentar,
mediante un simple trabajo, la manifestación de la Fuerza. Ahora
bien, no es igual que observes una posición mental más o menos
correcta (como si se tratara de una disposición al quehacer
técnico), a que asumas un tono y una apertura emotiva próxima a la
que inspiran los poemas. Es por ello que el lenguaje usado para
trasmitir estas verdades tiende a facilitar esa postura que pone con
mayor facilidad en presencia de la percepción interna y no de una
idea acerca de la “percepción interna”.
Ahora sigue con atención lo que voy a explicarte ya que trata acerca
del paisaje interior que puedes encontrar al trabajar con la Fuerza y
de las direcciones que puedes imprimir a tus movimientos mentales:
“Por el camino interno puedes andar oscurecido o luminoso. Atiende
a las dos vías que se abren ante ti.
Si dejas que tu ser se lance hacia regiones oscuras, tu cuerpo gana
la batalla y él domina. Entonces brotarán sensaciones y apariencias
de espíritus, de fuerzas, de recuerdos. Por allí se desciende más
y más. Allí están el Odio, la Venganza, la Extrañeza, la
Posesión, los Celos, el Deseo de Permanecer. Si desciendes más aún,
te invadirá la Frustración, el Resentimiento y todos aquellos
ensueños y deseos que han provocado ruina y muerte a la humanidad.
Si impulsas a tu ser en dirección luminosa, encontrarás resistencia
y fatiga a cada paso. Esta fatiga del ascenso tiene culpables. Tu
vida pesa, tus recuerdos pesan, tus acciones anteriores impiden el
ascenso. Esta escalada es difícil por acción de tu cuerpo que
tiende a dominar.
En los pasos del ascenso se encuentran regiones extrañas de colores
puros y de sonidos no conocidos.
No huyas de la purificación que actúa como el fuego y que horroriza
con sus fantasmas.
Rechaza el sobresalto y el descorazonamiento.
Rechaza el deseo de huir hacia regiones bajas y oscuras.
Rechaza el apego a los recuerdos.
Queda en libertad interior con indiferencia hacia el ensueño del
paisaje, con resolución en el ascenso.
La luz pura clarea en las cumbres de las altas cadenas montañosas y
las aguas de los mil-colores bajan entre melodías irreconocibles
hacia mesetas y praderas cristalinas.
No temas la presión de la luz que te aleja de su centro cada vez más
fuertemente. Absórbela como si fuera un líquido o un viento porque
en ella, ciertamente, está la vida.
Cuando en la gran cadena montañosa encuentres la ciudad escondida
debes conocer la entrada. Pero esto lo sabrás en el momento en que
tu vida sea transformada. Sus enormes murallas están escritas en
figuras, están escritas en colores, están ‘sentidas’. En esta
ciudad se guarda lo hecho y lo por hacer... Pero a tu ojo interno es
opaco lo transparente. Sí, ¡los muros te son impenetrables!
Toma la Fuerza de la ciudad escondida. Vuelve al mundo de la vida
densa con tu frente y tus manos luminosas.”
XV. La experiencia de paz y el pasaje de la fuerza
1. Relaja plenamente tu cuerpo y aquieta la mente. Entonces imagina
una esfera transparente y luminosa que, bajando hacia ti, termina por
alojarse en tu corazón. Reconocerás al momento que la esfera deja
de aparecerse como imagen para transformarse en sensación dentro del
pecho.
2. Observa cómo la sensación de la esfera se expande lentamente
desde tu corazón hacia fuera del cuerpo al tiempo que tu respiración
se hace más amplia y profunda. Al llegar la sensación a los límites
del cuerpo puedes detener allí toda operación y registrar la
experiencia de paz interior. En ella puedes permanecer el tiempo que
te parezca adecuado. Entonces haz retroceder esa expansión anterior
(llegando, como al comienzo, al corazón) para desprenderte de tu
esfera y concluir el ejercicio calmo y reconfortado. A este trabajo
se le llama “experiencia de paz”.
3. Pero, en cambio, si quisieras experimentar el pasaje de la Fuerza,
en lugar de retroceder en la expansión deberías aumentarla dejando
que tus emociones y todo tu ser la sigan. No trates de poner tu
atención en la respiración. Deja que ella actúe por sí sola
mientras sigues la expansión fuera de tu cuerpo.
4. Debo repetirte esto: tu atención, en tales momentos, debe estar
en la sensación de la esfera que se expande. Si no puedes lograr
esto conviene que te detengas y lo intentes en otra oportunidad. De
todas maneras, si no produces el pasaje podrás experimentar una
interesante sensación de paz.
5. Si, en cambio has ido más lejos, comenzarás a experimentar el
pasaje. Desde tus manos y otras zonas del cuerpo te llegará un tono
de sensación diferente al habitual. Luego percibirás ondulaciones
progresivas y al poco tiempo brotarán con vigor imágenes y
emociones. Deja entonces que se produzca el pasaje...
6. Al recibir la Fuerza percibirás la luz o extraños sonidos
dependientes de tu particular modo de representación habitual. En
todo caso importante será la experimentación de la ampliación de
la conciencia uno de cuyos indicadores deberá ser una mayor lucidez
y disposición para comprender lo que ocurre.
7. Cuando lo desees puedes terminar con ese singular estado (si es
que antes no fue diluyéndose por el simple transcurrir), imaginando
o sintiendo que la esfera se contrae y luego sale de ti del modo en
que había llegado al comenzar con todo aquello.
8. Interesa comprender que numerosos estados alterados de conciencia
han sido y son logrados, casi siempre, poniendo en marcha mecanismos
similares a los descriptos. Desde luego que revestidos de extraños
rituales o a veces reforzados por prácticas de agotamiento,
desenfreno motriz, repetición y posturas que, en todos los casos,
alteran la respiración y distorsionan la sensación general del
intracuerpo. Debes reconocer en ese campo a la hipnosis, la
mediumnidad y también la acción de droga que, actuando por otra
vía, produce similares alteraciones. Y, por cierto, todos los casos
mencionados tienen por signo el no control y el desconocimiento de lo
que ocurre. Desconfía de tales manifestaciones y considéralas como
simples “trances” por los que han pasado los ignorantes, los
experimentadores y aún los “santos”, según cuentan las
leyendas.
9. Si has trabajado observando lo recomendado puede suceder, no
obstante, que no hayas logrado el pasaje. Ello no puede convertirse
en foco de preocupación sino en indicador de falta de “soltura”
interior, lo que podría reflejar mucha tensión, problemas en la
dinámica de imagen y, en suma, fragmentación en el comportamiento
emotivo... Cosa que, por otra parte, estará presente en tu vida
cotidiana.
XVI. Proyección de la fuerza
1. Si has experimentado el pasaje de la Fuerza podrás comprender
cómo, basándose en fenómenos similares pero sin ninguna
comprensión, distintos pueblos pusieron en marcha ritos y cultos que
luego se multiplicaron sin cesar. Por medio de experiencias del tipo
ya comentado, muchas personas sintieron a sus cuerpos “desdoblados”.
La experiencia de la Fuerza les dio la sensación de que a esta
energía podían proyectarla fuera de sí.
2. La Fuerza fue “proyectada” a otros y también a objetos
particularmente “aptos” para recibirla y conservarla. Confío en
que no te será difícil entender la función con que cumplieron
ciertos sacramentos en distintas religiones e, igualmente, el
significado de lugares sagrados y de sacerdotes supuestamente
“cargados” con la Fuerza. Cuando algunos objetos fueron adorados
con fe en los templos y se los rodeó de ceremonia y rito,
seguramente “devolvieron” a los creyentes la energía acumulada
por oración repetida. Es una limitación al conocimiento del hecho
humano, el que casi siempre se haya visto estas cosas por la
explicación externa según cultura, espacio, historia y tradición,
cuando la experiencia interna básica es un dato esencial para
entender todo esto.
3. Este “proyectar”, “cargar” y “restituir” la Fuerza,
volverá a ocuparnos más adelante. Pero desde ya te digo que el
mismo mecanismo sigue operando aún en sociedades desacralizadas
donde los líderes y los hombres de prestigio están nimbados de una
especial representación para aquél que los ve y quisiera hasta
“tocarlos”, o apoderarse de un fragmento de sus ropas, o de sus
utensilios.
4. Porque toda representación de lo “alto” va desde el ojo hacia
arriba de la línea normal de la mirada. Y “altas” son las
personalidades que “poseen” la bondad, la sabiduría y la fuerza.
Y en lo “alto” están las jerarquías y los poderes y las
banderas y el Estado. Y nosotros, comunes mortales, debemos
“ascender” en la escala social y acercarnos al poder a todo
coste. Qué mal estamos, manejados aún por esos mecanismos que
coinciden con la representación interna, con nuestra cabeza en lo
“alto” y nuestros pies pegados a la tierra. Qué mal estamos,
cuando se cree en esas cosas (y se cree porque tienen su “realidad”
en la representación interna). Qué mal estamos, cuando nuestra
mirada externa no es sino proyección ignorada de la interna.
XVII. Pérdida y represión de la fuerza
1. Las mayores descargas de energía se producen por actos
descontrolados. Estos son: la imaginación sin freno, la curiosidad
sin control, la charla desmedida, la sexualidad excesiva y la
percepción exagerada (el mirar, oír, gustar, etc., de manera
desbordada y sin objetivo). Pero debes reconocer también que muchos
proceden de ese modo porque descargan sus tensiones que de otro modo
serían dolorosas. Considerando esto y viendo la función con que
cumplen tales descargas convendrás conmigo en que no es razonable
reprimirlas sino más bien ordenarlas.
2. En cuanto a la sexualidad debes interpretar correctamente esto:
tal función no debe ser reprimida porque en este caso crea efectos
mortificantes y contradicción interna. La sexualidad se orienta y
concluye en su acto pero no es conveniente que siga afectando la
imaginación o buscando nuevo objeto de posesión de modo obsesivo.
3. El control del sexo por una determinada “moral” social o
religiosa sirvió a designios que nada tenían que ver con la
evolución sino más bien con lo contrario.
4. La Fuerza (la energía de la representación de la sensación del
intracuerpo), se desdobló hacia lo crepuscular en las sociedades
reprimidas y allí se multiplicaron los casos de “endemoniados”,
“brujos”, sacrílegos y criminales de toda laya, que gozaron con
el sufrimiento y la destrucción de la vida y la belleza. En algunas
tribus y civilizaciones los criminales estuvieron repartidos entre
los que ajusticiaron y los ajusticiados. En otros casos se persiguió
a todo lo que era ciencia y progreso porque se oponía a lo
irracional, a lo crepuscular y a lo reprimido.
5. En ciertos pueblos primitivos existe aún la represión del sexo
así como en otros considerados de “civilización avanzada”. Es
evidente que, en unos y otros, el signo destructivo es grande aunque
en los dos casos el origen de tal situación sea distinto.
6. Si me pides más explicaciones te diré que el sexo es en realidad
santo y es el centro desde el cual se impulsa la vida y toda
creatividad. Así como desde allí también se impulsa toda
destrucción cuando su funcionamiento no está resuelto.
7. Jamás creas las mentiras de los envenenadores de la vida cuando
se refieren al sexo como algo despreciable. Por el contrario en él
hay belleza y no en vano está relacionado con los mejores
sentimientos del amor.
8. Sé cuidadoso entonces y considéralo como una gran maravilla que
debe tratarse con delicadeza sin convertirlo en fuente de
contradicción o desintegración de la energía vital.
XVIII. Acción y reacción de la fuerza
Te expliqué anteriormente: “Cuando encuentres una gran fuerza,
alegría y bondad en tu corazón, o cuando te sientas libre y sin
contradicciones, inmediatamente agradece en tu interior”.
1. “Agradecer”, significa concentrar los estados de ánimo
positivos asociados a una imagen, a una representación. Ese estado
positivo así ligado permite que en situaciones desfavorables, por
evocar una cosa, surja aquella que la acompañó en momentos
anteriores. Como, además, esta “carga” mental puede estar
elevada por repeticiones anteriores ella es capaz de desalojar
emociones negativas que determinadas circunstancias pudieran imponer.
2. Por todo ello, desde tu interior volverá ampliado en beneficio
aquello que pidieras siempre que hubieras acumulado en ti numerosos
estados positivos. Y ya no necesito repetir que este mecanismo sirvió
(confusamente) para “cargar afuera” objetos o personas, o bien
entidades internas que se “proyectaron”, creyéndose que
atenderían ruegos y pedidos.
XIX. Los estados internos
Debes adquirir ahora suficiente percepción de los estados internos
en los que te puedes encontrar a lo largo de tu vida y,
particularmente, a lo largo de tu trabajo evolutivo. No tengo otra
manera de hacer la descripción, que con imágenes (en este caso,
alegorías). Éstas, según me parece, tienen por virtud concentrar
“visualmente” estados de ánimo complejos. Por otra parte la
singularidad de encadenar tales estados, como si fueran distintos
momentos de un mismo proceso, introduce una variante en las
descripciones siempre fragmentadas a que nos han acostumbrado
aquellos que se ocupan de estas cosas.
1. El primer estado, en el que prevalece el sin-sentido (aquel que
mencionamos al comienzo), será llamado “vitalidad difusa”. Todo
se orienta por las necesidades físicas pero estas son confundidas, a
menudo, con deseos e imágenes contradictorias. Allí hay oscuridad
en los motivos y los quehaceres. Se permanece en ese estado
vegetando, perdido entre formas variables. Desde ese punto se puede
evolucionar sólo por dos vías: la vía de la muerte o la de
mutación.
2. La vía de la muerte te pone en presencia de un paisaje caótico y
oscuro. Los antiguos conocieron este pasaje y casi siempre lo
ubicaron “bajo tierra”, o en las profundidades abisales. También
algunos visitaron ese reino para luego “resucitar” en niveles
luminosos. Capta bien esto de que “abajo” de la muerte existe la
vitalidad difusa. Tal vez la mente humana relacione la desintegración
mortal con posteriores fenómenos de transformación y, también, tal
vez asocie el movimiento difuso con lo previo al nacimiento. Si tu
dirección es de ascenso la “muerte” significa un rompimiento con
tu etapa anterior. Por la vía de la muerte se asciende hacia otro
estado.
3. Llegando a él se encuentra el refugio de la regresión. Desde
allí se abren dos caminos: el del arrepentimiento y aquel otro que
sirvió para el ascenso, es decir: el camino de la muerte. Si tomas
el primero es porque tu decisión tiende a romper con tu vida pasada.
Si regresas por el camino de la muerte recaes en los abismos con esa
sensación de círculo cerrado.
4. Ahora bien, te dije que había otro sendero para escapar de la
vitalidad abismal, ese era el de la mutación. Si eliges esa vía es
porque quieres emerger de tu penoso estado pero sin estar dispuesto a
abandonar algunos de sus aparentes beneficios. Es pues un falso
camino conocido como de la “mano torcida”. Muchos monstruos han
salido de las profundidades de ese tortuoso pasadizo. Ellos han
querido tomar los cielos por asalto sin abandonar los infiernos y,
por tanto, han proyectado en el mundo medio infinita contradicción.
5. Supongo que, ascendiendo desde el reino de la muerte y por tu
consciente arrepentimiento, has arribado ya a la morada de la
tendencia. Dos delgadas cornisas sostienen tu morada: la conservación
y la frustración. La conservación es falsa e inestable. Caminando
por ella te ilusionas con la idea de permanencia pero en realidad
desciendes velozmente. Si tomas el camino de la frustración tu
subida es penosa, aunque única-no-falsa.
6. De fracaso en fracaso puedes llegar al próximo descanso al que se
llama “morada del desvío”. Cuidado con las dos vías que tienes
ahora por delante: o tomas el camino de la resolución, que te lleva
a la generación, o tomas el del resentimiento que te hace descender
nuevamente hacia la regresión. Allí estás plantado frente al
dilema: o te decides por el laberinto de la vida consciente (y lo
haces con resolución), o regresas resentido a tu vida anterior. Son
numerosos los que no habiendo logrado superarse cortan allí sus
posibilidades.
7. Pero tú que has ascendido con resolución te encuentras ahora en
la posada conocida como “generación”. Allí tienes tres puertas:
una se llama “Caída”, otra “Intento” y la tercera
“Degradación”. La Caída te lleva directamente a las
profundidades y sólo un accidente externo podría empujarte hacia
ella. Es difícil que elijas esa puerta. Mientras que aquella de la
Degradación te lleva indirectamente a los abismos, desandando
caminos, en una suerte de espiral turbulento en el que reconsideras
de continuo todo lo perdido y todo lo sacrificado. Este examen de
conciencia que lleva a la Degradación es, por cierto, un falso
examen en el que subestimas y desproporcionas algunas cosas que
comparas. Tú cotejas el esfuerzo del ascenso con aquellos
“beneficios” que has abandonado. Pero, si miras las cosas más de
cerca, verás que no has abandonado nada por este motivo sino por
otros. La Degradación comienza pues falseando los motivos que, al
parecer, fueron ajenos al ascenso. Yo pregunto ahora: ¿Qué
traiciona a la mente? ¿Acaso los falsos motivos de un entusiasmo
inicial? ¿Acaso la dificultad de la empresa? ¿Acaso el falso
recuerdo de sacrificios que no existieron, o que fueron impulsados
por otros motivos? Yo te digo y te pregunto ahora: tu casa se
incendió hace tiempo. Por ello decidiste el ascenso, ¿o ahora
piensas que por ascender aquella se incendió? ¿Acaso has mirado un
poco lo que sucedió a otras casas de los alrededores?... No cabe
duda que debes elegir la puerta media.
8. Sube por la escalinata del Intento y llegarás a una cúpula
inestable. Desde allí, desplázate por un pasillo estrecho y sinuoso
que conocerás como la “volubilidad”, hasta llegar a un espacio
amplio y vacío (como una plataforma), que lleva por nombre:
“espacio-abierto-de-la-energía”.
9. En ese espacio puedes espantarte por el paisaje desierto e inmenso
y por el aterrador silencio de esa noche transfigurada por enormes
estrellas inmóviles. Allí, exactamente sobre tu cabeza, verás
clavada en el firmamento la insinuante forma de la Luna Negra... una
extraña luna eclipsada que se opone exactamente al Sol. Allí debes
esperar la alborada, paciente y con fe, pues nada malo puede ocurrir
si te mantienes calmo.
10. Podría suceder en tal situación que quisieras arreglar una
salida inmediata de allí. Si tal ocurre, podrías a tientas
encaminarte a cualquier lugar con tal de no esperar el día
prudentemente. Debes recordar que todo movimiento allí (en la
oscuridad), es falso y genéricamente es llamado “improvisación”.
Si, olvidándote de lo que ahora menciono, comenzaras a improvisar
movimientos ten la certeza que serías arrastrado por un torbellino
entre senderos y moradas hasta el fondo más oscuro de la disolución.
11. ¡Qué difícil resulta comprender que los estados internos están
encadenados unos a otros! Si vieras qué lógica inflexible tiene la
conciencia, advertirías que en la situación descripta quien
improvisa a ciegas fatalmente comienza a degradar y a degradarse;
surgen después en él los sentimientos de frustración y va cayendo
luego en el resentimiento y en la muerte, sobreviniendo el olvido de
todo lo que algún día alcanzó a percibir.
12. Si en la explanada logras alcanzar el día surgirá ante tus ojos
el radiante Sol que ha de alumbrarte por vez primera la realidad.
Entonces verás que en todo lo existente vive un Plan.
13. Es difícil que caigas desde allí salvo que voluntariamente
quieras descender hacia regiones más oscuras para llevar la luz a
las tinieblas.
No es valioso desarrollar más estos temas porque sin experiencia
engañan, trasladando al campo de lo imaginario lo realizable. Que
sirva lo dicho hasta aquí. Si lo explicado no te fuera útil qué
podrías objetar, ya que nada tiene fundamento y razón para el
escepticismo, próximo a la imagen de un espejo, al sonido de un eco,
a la sombra de una sombra.
XX. La realidad interior
1. Repara en mis consideraciones. En ellas no habrás de intuir sino
alegóricos fenómenos y paisajes del mundo externo. Pero también en
ellas hay descripciones reales del mundo mental.
2. Tampoco debes creer que los “lugares” por donde pasas en tu
andar, tengan algún tipo de existencia independiente. Semejante
confusión hizo a menudo oscurecer profundas enseñanzas y así hasta
hoy algunos creen que cielos, infiernos, ángeles, demonios,
monstruos, castillos encantados, ciudades remotas y demás, tienen
realidad visible para los “iluminados”. El mismo prejuicio, pero
con interpretación inversa, ha hecho presa de escépticos sin
sabiduría que tomaron esas cosas por simples ilusiones o
alucinaciones padecidas por mentes afiebradas.
3. Debo repetir, entonces, que en todo esto debes comprender que se
trata de verdaderos estados mentales, aunque simbolizados con objetos
propios del mundo externo.
4. Toma en cuenta lo dicho y aprende a descubrir la verdad tras las
alegorías que en ocasiones desvían a la mente, pero que en otras
traducen realidades imposibles de captar sin representación.
Cuando se habló de las ciudades de los dioses adonde quisieron
arribar numerosos héroes de distintos pueblos; cuando se habló de
paraísos en que dioses y hombres convivían en original naturaleza
transfigurada; cuando se habló de caídas y diluvios, se dijo gran
verdad interior.
Luego los redentores trajeron sus mensajes y llegaron a nosotros en
doble naturaleza, para restablecer aquella nostálgica unidad
perdida. También entonces se dijo gran verdad interior.
Sin embargo, cuando se dijo todo aquello colocándolo fuera de la
mente, se erró o se mintió.
Inversamente, el mundo externo confundido con la interna mirada
obliga a ésta a recorrer nuevos caminos.
Así, hoy vuela hacia las estrellas el héroe de esta edad. Vuela a
través de regiones antes ignoradas. Vuela hacia afuera de su mundo
y, sin saberlo, va impulsado hasta el interno y luminoso centro.
Fuente: www.silo.net