En el evangelio según San Juan en el capitulo 15, versículo 16 nos dice el evangelista que Jesús anuncia a sus discípulos: -Yo, ya no les llamo siervos, los llamo amigos míos, porque un siervo no sabe lo que piensa su amo, en cambio a ustedes les revelo mis secretos y les abro mi corazón.
Cuanta falta nos hace tener un amigo de verdad, alguien que conociéndonos nos quiera, que nos ame tal y como somos. Todos deseamos con ansias esa amistad y también deseamos un mundo diferente, un mundo donde nadie se sienta excluido, donde nadie se sienta marginado, sino que por el contrario, nos sintamos realmente hijos de Dios.
Y en esta ocasión nos preparamos para orar ahora en el evangelio según San Marcos capítulo 1, versículos del 40 al 45, y en está escena San Marcos nos muestra una vez más el amor y la misericordia de Jesús hacia los demás, el Señor se encuentra con una persona anulada por la sociedad, alguien al que todo el mundo quiere evitar por su enfermedad, lleno de lepra, como si nada bueno quedase ya en él. Este hombre sería pobre, mal vestido y estoy seguro de que hundido en un malestar consigo mismo y con aquellos que lo rodean. Y dice:
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, le imploró, se postró y le dijo:Un leproso en tiempos de Jesús era un ser impuro, marginado totalmente, un maldito, las personas más excluidas de la sociedad y evitadas por todos, porque la lepra llevaba consigo esa connotación de un pecador, peco el enfermo o sus papas, por eso está así.
—Señor, si quieres, puedes curarme.
Sintiendo compasión, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
—Si, quiero: quedas curado.
La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó curado. Entonces Jesús lo despidió, encargándole severamente:
—No se lo digas a nadie.
Pero, cuando se fue, no pudo resistir y empezó a divulgar el hecho con grades ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
La lepra, esa enfermedad infecciosa que traía todo lo despreciable, por eso el leproso era condenado a vivir en las afueras y era totalmente rechazado. El leproso es consciente de su limitación y sufre por ella, como nosotros con las nuestras. Jesús conoce su situación y no se siente ajeno a ella, más aún se enternece, al igual que una madre se enternece por sus hijos; cuando una madre tiene a su pequeño enfermo lo trata con mucho cuidado, pasa más tiempo con él, le ofrece más cariño y se desvela por él, Jesús hace lo mismo por ti, Jesús siente misericordia por ti y por mi.
Si quieres puedes curarme, no le interpelo, no le cuestiono a Jesús su poder, no le dijo: - Si puedes, le dijo: -Si quieres. Permite que Jesús actué en tu vida, no le pongas limitaciones como si tu pecado fuera más grande que su misericordia, no seamos orgullosos. Cuantas veces reprobamos, descalificamos y anulamos a los demás por sus defectos, porque nos fastidia el que viva esto, el que haga esto, el que diga esto, y lo descalificamos y lo marginamos, es que este un bebedor, es que este es un mentiroso, cuantos leprosos en nuestras familias, en nuestros lugares de trabajo que marginamos para que no nos fastidien, para que no nos contagien, Jesús se compadece, para el nada es imposible, Jesús lo mira y le dice: -Sí quiero, sí quiero curarte. Y Jesús tiene misericordia de aquel leproso, Jesús lo toca, no se escandaliza. Dios quiere curarnos, él quiere curarnos de cuanta lepra nos avergüence y nos aleje de él.
En una ocasión cuando el Señor Jesús se le apareció a Sor Faustina, le dice: -Hija mía, figúrate que eres la reina de toda la tierra, y tienes la posibilidad de disponer de todo según te parezca, tienes toda posibilidad de hacer el bien que te agrade, y de repente a tu puerta llama un niño muy pequeño, todo tembloroso con lagrimas en los ojos, pero que con gran confianza en tu bondad te pide un pedazo de pan para no morir de hambre. Jesús le pregunta a Sor Faustina y a ti: ¿Cómo te comportarías tú con este niño? Contéstame le dice el Señor y te lo dice a ti, ¿Qué harías tu? si tuvieras la posibilidad de hacer el bien, y viene un niño a tocar a tu puerta, que cree en tu bondad, y te pide un pedazo de pan para no morir de hambre; y Sor Faustina le contesta: Le daría a ese niño todo lo que me pide, pero también mil veces más. Y Jesús le dice a ella: Faustina, así me comporto Yo con tú alma.Siéntete curado por Jesús, él quiere darte todo lo que necesitas, y no pienses en que no lo mereces, el Señor si quiere y dilo a los demás: Él me amó con todo y mi lepra, anúncialo, como has descubierto que ninguna cosa es imposible para Dios, porque el mundo está cansado de malas noticias, el mundo está cansado ver tanto sufrimiento y hoy tu puedes ser una buena noticia. Pongamos con sinceridad nuestra vida en manos de Dios con sus méritos y flaquezas para recibir de su bondad las gracias que necesitamos.
Tu Amigo, Daniel Espinoza¡Consuela a mi Pueblo! Blog