Hábitat por excelencia de unas pequeñas y curiosas aves nocturnas, de las cuales adopta el nombre la
Cueva de los Tayos, albergue para los humanos desde el Paleolítico superior( 48 000 - 12000 años A.C), fue refugio para nuestros ancestros durante el final de la glaciación, años más tarde una civilización Pre-shuar la habitó nuevamente hasta que alrededor de 1500 A, C, los primeros indígenas shuar comienzan a llega a la zona y a relacionarse con los habitantes de la cueva, adoptándola respetuosamente como el lugar donde descansan los espíritus de sus ancestros.Los shuar son el pueblo indígena amazónico más numeroso y en la actualidad las tierras donde se encuentra la cueva pertenecen a su territorio independiente, alrededor de esta civilización y la gruta ancestral y los tesoros salidos de ella se cierne un misterio enigmático que parece salido de una película del intrépido Indiana Jones o la sensual Lara Croft.
Resulta ser que en la década de 1920 un sacerdote salesiano y documentalista italiano, llamado Carlos Crespi, intrigado por la cultura Shuar realiza un documental que lo acerca a sus costumbres y formas de vida. Crespi dedico más de 50 años de su existencia al culto y las obras de caridad y dicha vocación misionera lo llevó a vivir al lado de los indígenas, haciéndose se cargo de ellos y ganándose el respeto de la tribu entera.
Es recordado como un héroe en la comunidad ecuatoriana de Cuenca, fue un gran humanista, con estudios en arte, arqueología y cinematografía, participó en aventuradas expediciones a Mesopotamia y en Ecuador fundó 2 colegios y un hospital, siempre en su afán bondadoso de asistir y educar. En su ilustre mente y con gran entendimiento empático el padre se percató de los sentimientos que producía en los shuar recibir asistencia económica, y expresó en sus propias palabras:
" El pobre, el indio, es una persona orgullosa y con dignidad. Darles ayuda económica a cambio de nada les hace sentirse menoscabados."
Por esto el bondadoso salesiano asistía a la tribu dándoles dinero "a cambio de" artesanías, trabajos manuales y piezas arqueológicas, debido a esto logró reunir una impresionante colección de objetos de invaluable valor histórico para humanidad, con la que luego fundó un museo en la misión salesiana de Cuenca. Allí todo el material estaba cuidadosamente clasificado, las piezas con valor arqueológico, las de origen cuestionable e incluso las que no poseían valor científico alguno y que el padre también conservaba con amor para no herir u ofender a quienes se las otorgaban a cambio de algunas monedas.
También sabía Crespi cuales piezas eran las más antiguas y cuales formaban parte casi "increíble" de la
colección y luego le valieron la acusación infundada de falsificador, pues a falta de explicación de cómo imágenes propias de la Mesopotamia asiática habían viajado tan lejos era más sencillo enlodar el buen nombre del padre con susurros infundados hasta hoy.En 1962 un devastador incendio se dice asoló la edificación salesiana, dando vida a miles de rumores sobre la destrucción de la colección, su traslado oculto hacia las bóvedas del Vaticano o incluso la venta ilícita de las piezas, especulaciones que se han extendido por la web tildando, incluso las que permanecieron en posesión del padre hasta su muerte, como "desaparecidas misteriosamente", y a la par existen artículos muy bien argumentados que al parecer evidencian que la polémica colección está totalmente a salvo en un museo ecuatoriano, que las reserva celosamente, anunciando la apertura de un ala en honor a Crespi en 2022.
Pero aun queda cierto aire de misticidad alrededor de todo este asunto, que deja mucho a la imaginación respecto al destino que pudo haber acontecido o acontecerá a semejantes piezas arqueológicas y la historia que contienen.