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A partir de un guión de Blake Edwards y Larry Gelbart, Richard Quine trató de lograr una comedia sofisticada con suspense muy al estilo de Billy Wilder. Para ello reunió en pantalla a una sensual Kim Novak y un divertido Jack Lemmon que no logran mucha química en el aspecto romántico pero sí funcionan mejor en el cómico. Trata sobre un diplomático estadounidense que alquila en Londres una habitación en una vivienda cuya dueña no tiene muy buena reputación entre la vecindad. A partir de ahí se suceden las situaciones más rocambolescas y andan por medio muertos, ladrones, vecinas alcahuetas e incluso la embajada. A mi parecer algo en todo el engranaje no acaba de funcionar, pero es una película elegante, bien filmada y sobretodo muy agradable de ver y apta para cualquier público.