Dormir fuera de la cama propia es algo que suele causar inquietud e incluso cansancio. Esta circunstancia tiene su explicación en el hecho de que el cerebro no se mantiene completamente dormido cuando pasamos la noche en un lugar extraño, alejado de nuestro propio ambiente. Concretamente, la mitad de nuestro cerebro permanece en guardia, alerta ante cualquier ruido o estímulo exterior y siempre dispuesto a despertarnos para librarnos de algún posible peligro.
Solo la mitad del cerebro puede dormir mientras nosotros descansamos
Este fenómeno ha sido estudiado por científicos pertenecientes a la universidad norteamericana de Brown, en el ámbito de sus investigaciones sobre los efectos de la primera noche que dormimos en un entorno ajeno. Eso quiere decir que, de alguna forma, nuestro cuerpo se activa en modo de supervivencia.
Dormir implica la puesta en marcha del “modo supervivencia”
Así, según este estudio, el hecho de tener problemas al dormir en cama ajena es completamente normal. Al tratarse de un entorno diferente al habitual desarrollamos lo que los científicos denominan “asimetría interhemisférica”. Eso implica que uno de nuestros hemisferios cerebrales realiza una vigilancia nocturna que nos pone en guardia ante señales que considere potencialmente peligrosas. Esa asimetría, provoca además una mayor dificultad para conciliar el sueño en las personas que estaban bajo esta situación.
No obstante, el fenómeno no es permanente, ya que sus efectos se limitan a la primera noche fuera de casa. Ya desde la segunda noche el cerebro es capaz de activar la simetría perdida anteriormente. Eso se produce porque ya nos hemos familiarizado con los estímulos propios del entorno y de alguna forma nos sentimos cómodos con la nueva situación.
Viendo todo esto tendremos que conformarnos con dormir mal cuando pasamos una noche fuera de casa. Al menos es por una buena causa. Nuestro cerebro nos cuida tanto que incluso dormidos asegura nuestra supervivencia.