Cuenta la leyenda que en el año 734 cuando toda España estaba bajo dominio de los musulmanes de África, la isla de Antillia fue poblada por un arzobispo de Porto (Portugal), acompañado de seis obispos y otros cristianos, hombres y mujeres, que escaparon de España embarcados junto con su ganado y su propiedad. Luego de un tiempo navegando por el Atlántico, llegaron a Antillia..
Muchas han sido las historias que desde la antigüedad clásica han sido registradas sobre diversas de islas en el Océano Atlántico. Islas legendarias. Los cuentos utópicos de las Islas Afortunadas (o Islas de los Benditos) fueron cantados por poetas como Homero y Horacio. Ya el mítico Platón articuló la leyenda distópica de la Atlántida. Otros escritores antiguos como Plutarco, Estrabón y, más explícitamente, Plinio el Viejo y Tolomeo, dieron testimonio de la existencia de las Islas Canarias. Los nombres de algunas islas reales resurgieron como islas míticas distintas con leyendas asociadas, por ejemplo, Capraria (la isla de las cabras) y Canaria (la isla de los perros) se encuentran a menudo en mapas separados de las Islas Canarias (hermanos Pizzigani, 1367).
Los pueblos de la Península Ibérica, que eran los más cercanos a las verdaderas islas atlánticas de Canarias, Madeira y Azores, y cuyos marineros y pescadores pudieron incluso haber visitado, articularon sus propias historias. Los árabes andaluces medievales relatan historias de encuentros con islas atlánticas en la leyenda (contada por al-Masudi) del navegante cordobés del siglo IX Khashkhash y en la historia (contada por al-Idrisi) del siglo XII de los ocho Maghurines de Lisboa.
La mítica Isla Antillia
Antillia (también conocida como Isla de las Siete Ciudades) es una mítica isla que habría existido en algún lugar del Atlántico.
De la Iberia cristiana surgió la leyenda que en el año 714, durante la conquista musulmana de Hispania, siete obispos cristianos de la Hispania visigoda, encabezados por el obispo de Oporto, se embarcaron con sus feligreses en barcos y zarparon hacia el Océano Atlántico para escapar de los conquistadores árabes. Se toparon con una isla y decidieron instalarse allí, quemando sus barcos para cortar permanentemente su vínculo con su antigua patria, ahora dominada por los musulmanes. Los obispos erigieron siete asentamientos (las “Siete Ciudades”) en la isla. En un libro de Grazioso Benincasa, las siete ciudades se llamaban Aira, Antuab, Ansalli, Ansesseli, Ansodi, Ansolli y Con.
La leyenda también se encuentra inscrita en el mapa de Johannes Ruysch, quien afirmaba que ésta isla Antilia fue una vez encontrada por los portugueses en 1414, y que la gente que se encontraba allí hablaba el idioma hispano, y creía que habían huido ante la invasión bárbara de Hispania, en la época del Rey Roderic, el último en gobernar Hispania en la era de los godos. Que había un arzobispo y otros seis obispos, cada uno de los cuales tenía su propia ciudad; y por eso se la llama la isla de las siete ciudades. La gente vivía de la manera más cristiana y repleta de todas las riquezas de ese siglo.
La inscripción de Ruysch se reproduce casi literalmente en el libro del historiador español Pedro de Medina (1548), quien da las dimensiones de la isla como 87 leguas de largo y 28 de ancho, con “muchos buenos puertos y ríos”, diciendo que estaba situada en la latitud del Estrecho de Gibraltar, que los marineros la veían desde lejos, pero que desaparecía cuando se acercaban a ella.
Otra variante del relato es la de Manuel de Faria e Sousa (1628), de Sacaru, gobernador visigodo de Mérida. Quien asediado por los ejércitos musulmanes y encontrando su situación desesperada, Sacaru negoció la capitulación, y procedió, con todos los que deseaban seguirlo, a embarcarse en una flota de exiliados en las Islas Canarias. Faria e Sousa señalaba que podía no haber llegado a su destino, sino que hubieran acabado en una isla del Océano Atlántico “poblada por portugueses, que tiene siete ciudades… que algunos imaginan que es la que se puede ver desde Madeira, pero que cuando quieren llegar a ella, desaparece”.
Antillia en la cartografía medieval
La isla de Antilia se encuentra indicada en cartas de navegación y mapamundis del siglo XV, a partir de su primera aparición en un mapa de 1424 conservado en la biblioteca de Weimar. Así en el Atlas de Andrea Bianco de 1448, en las reconstrucciones del supuesto mapa de Paolo Toscanelli de 1468, uno de los que se piensa podría haber conocido Cristóbal Colón por haber situado Asia al oeste y a no mucha distancia de Europa, con la isla de Antilia entre los dos continentes, y en el globo de Martin Behaim, 1492, cartógrafo alemán al servicio del rey de Portugal.
La isla todavía figura en mapas posteriores al descubrimiento de América por Colón, como en el mapa de Piri Reis y muy especialmente, como comentamos anteriormente, en el planisferio de Johann Ruysch, Universalior Orbis Cogniti Tabula (mapa de todo el mundo conocido), publicado en 1507 junto a una nueva edición de la Geographia de Ptolomeo, que alcanzó en su momento muy amplia repercusión. Ruysch situó «Antilia» al sureste de Groenlandia.
Leyenda o relato histórico, el rey Alfonso V de Portugal envió en 1475 una expedición al mando del capitán Fernão Teles con la misión de localizar la isla. Y en 1486 su sucesor, Juan II, encargó de ello a Ferdinand van Olmen, un flamenco establecido en las Azores y conocido con el nombre de Fernão Dulmo.
Como quiera que sea, esta isla tal vez imaginada pero real en la cartografía antigua, dio nombre al extenso archipiélago que Colón encontró en la madrugada del 12 de octubre de 1492 y que hasta el día de hoy se conoce como Las Antillas… Colón murió en 1506 convencido de haber encontrado las islas más occidentales del Lejano Oriente. Nunca supo que estas islas pertenecían a un Nuevo Mundo y que los futuros navegantes habrían de resolver aún cómo cubrir la enorme distancia que restaba para llegar a las costas de China y Japón: toda la vasta extensión del océano Pacífico.
Fuentes: Antillanismos // Wikiwand