Dicen que “todo vuelve”. Seguro que habéis oído esa expresión un sinfín de veces. Las tendencias se repiten y la moda rebusca entre sus años dorados para copiar evolucionar a nuevos estilos más sofisticados y modernos. Hemos visto a diseñadores inspirarse con películas clásicas, con estrenos de temporada, animaciones de Disney, e incluso marcas tan femeninas como Rodarte, lucen estampados de escenas y personajes de la famosísima saga Star Wars.
Me pregunto si la falta de inspiración en el mundo de la moda, puede llevar a un diseñador, a incluso, inspirarse en una conocida marca de fast food. Durante la última Milán Fashion Week, la casa italiana Moschino, presentaba ante el atónico público, su última colección Otoño-Invierno 2014-15.
La casa es conocida por su estilo rompedor, su vitalidad y sus looks imposibles, pero esta colección hace que me inquiete el cómo hemos llegado a este punto. El año próximo se entrena el séptimo capítulo de la saga Star Wars. ¿Está la colección de Rodarte inspirada en ese hecho? Y que coincidirá simultáneamente con la llegada de la colección a las tiendas, o, ¿es una campaña de marketing muy bien conducida y tramada? Hemos llegado al punto en el que moda, ¿está bajo el control de la publicidad, restando así su autenticidad? El diseño, el arte, la creatividad…
Vamos a pasar del todo vuelve, al todo está visto y todo está programado. ¿Es la campaña de Moschino una estrategia comercial? ¿Cómo podríamos negar el hecho de que la colección ha sido financiada por una empresa dedicada al fast food? O Jeremy Scott, el diseñador de Moschino, se ha inspirado en el mundo de la comida basura para sus diseños? Un mundo que siempre ha ido de la mano: moda y publicidad, pero respetando cada uno su valor. ¿Nos encontramos en un antes y un después de la relación?