Revista Opinión

La modernidad. Penúltimo diálogo entre Dios y el Diablo

Publicado el 21 abril 2013 por Romanas


La modernidad. Penúltimo diálogo entre Dios y el Diablo.
-Son listos, pillos, pero muy poco inteligentes. No saben utilizar el cerebro. Por ejemplo, se empeñan en pensarnos como esencialmente diferentes, son incapaces de comprender que somos la mismas persona y el caso es que cada uno de ellos es el más perfecto ejemplo de lo que somos nosotros. De vez en cuando, uno de ellos tiene el ramalazo y lo ve: no hay Dios y Diablo, bien y mal, no, coño, no, sólo existe la misma y asquerosa cosa con distintas apariencias, con distintos momentos de su misma existencia. Tú y yo, Jehová y Luzbel, o Jeo y Luz, para abreviar, no somos sino lo mismo si acaso en dos momentos diferentes, exactamente igual que cada uno de ellos, que son capaces de darle un espléndida limosna a ese desarrapado que pide en la puerta de nuestras iglesias antes de llegar a su oficina, desde la que darán las órdenes no ya sólo para que la policía vaya a allí, coja al pobre miserable aquel y lo expulse a palos de la ciudad, cuyo aspecto denigra sólo con su presencia, sino que dispondrán todo lo necesario para que la fábrica de miserables siga funcionando a tope, es decir, se ocuparán personalmente de que suban los precios de los alimentos indispensables para vivir, arrojándolos al mar si es necesario, encarecerá fuera de todo límite la enseñanza para que unos puedan seguir engañando a los otros como si fueran imbéciles de nacimiento en lugar de meros analfabetos, sobornarán adecuadamente a los intelectuales para que escriban libros que demuestren que no hay otra manera de hacer las cosas y si aún así, ese jodido pueblo que pastorean protesta y se rebela le embestirán esa retahíla de matarifes que son los militares y, luego, se irán a uno de esos templos de las distintas religiones y harán como que rezan por ellos.
Jeho.-Y todo eso lo harán en mi nombre, el Dios de los Ejércitos. Luz.-Claro, alguien ha de tener la culpa que no sean ellos. Jeho.-A ver si lo he entendido bien. Tú y yo, Dios y el Diablo, no existimos realmente sino que somos simples proyecciones de ellos mismos, de cada uno de ellos. Luz.-De algunos de ellos, otros, ni siquiera creen en nosotros. Jeho.-¿Es posible? Luz.-Claro que sí.  Son absolutamente incapaces de ver lo que tienen delante de sus jodidas narices. Sus mentes son tan limitadas que no pueden comprender que en cada uno de ellos se haya representado el mundo entero, del que ellos no son sino una simple metáfora, que la puñetera realidad no puede existir, para ellos, si ellos no la ven, que, por lo tanto, en cierto sentido, ellos son los dueños del universo. Jeho.-No me digas que tú crees todo eso. Luz.-Yo qué voy a creer . Yo no creo realmente en nada, ni siquiera en ti y en mi. Jeho.-Entonces, coño, ¿de qué jodidas puñetas estamos hablando? Luz.-De ti y de mi, y de ellos, del mundo y de la vida, de todo lo que es realmente importante. Jeho.-Pero, dime una cosa, ellos , el mundo y la vida, e incluso nosotros, ¿realmente existimos? Luz.-No, no existe nada más que la materia, una especie de magma incandescente que, poco a poco, se va enfriando y en el agua que entonces se produce,no se sabe todavía bien cómo, aparecen, primero, unos miserables bichitos que, poco a poco, van evolucionando hasta transformarse , por ahora, en esos jodidos animales que hemos dado en llamar hombres, o sea, puñetera y miserable materia que ellos, ensoberbecidos porque son capaces de pensar, han dado en creer que son los reyes del universo... Jeho.-¿Y no lo son? Luz.-Qué coño van a ser, no son sino aquellos mismo protozoos que han evolucionado quizá demasiado, tanto que, poseídos por la soberbia, no son capaces de frenar esa alocada carrera que han iniciado y que, o mucho me equivoco, o acabará muy pronto con ellos. Jeho.-Y, por lo tanto, con nosotros. Luz.-Evidentemente.


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