Esas montañas que observo desde mi patio me recuerdan lo lejos que estoy de mi pueblo.
Mi pueblo está detrás de esas montañas. Y no se ven las montañas de mi pueblo.
La ciudad y su bullicio, me hace olvidar lo que pasa allá. Pero extraño la melodía y la paz. Aún quiero disfrutar de la quietud pero no por siempre.
Quiero estar con las vacas. Ver pasar a los hatos de vacas. Beber leche al pie de la vaca. Y caballos cabalgar. Mi querido Azabache, manso.
Quiero disfrutar de observar las gallinas pintas con sus pollitos, persiguiéndolas. Que belleza y calma. Despertar al cantar un gallo.
Disfrutar de la cosecha de maíz, frijol y tomate. Cocinar en leña con toda la familia en la mesa.
He decidido ir a buscar algo que no sé, en la ciudad. Un trabajo, un porvenir quizás.
La fragancia de las flores, me recuerda lo lejos que estoy y me transporta a ese valle donde crecen flores silvestres. Nadie que las cuide y ahí están.
Anhelo regresar a mi antigua vida, pero sabiendo algo más. ¿Que pasará cuando me dé cuenta?