“La montaña del sexo”: El Monte Kemukus desafía el tiempo y las creencias con un ritual tan antiguo como controvertido
En un rincón de la isla de Java, donde las tradiciones locales y las creencias religiosas se entrelazan de manera única, el Monte Kemukus emerge como un lugar envuelto en misticismo y controversia. Esta montaña, ubicada en Java Central, Indonesia, no solo es famosa por su impresionante vista, sino por un ritual que desafía las normas sociales y religiosas. Aquí, los peregrinos creen que pueden mejorar su fortuna, lograr el éxito o incluso sanar espiritualmente participando en un acto sexual con un desconocido, todo en honor a los espíritus del príncipe Samudro y su madrastra, Nyai Ontrowulan. Pero, ¿qué hay detrás de esta práctica que, aunque ha sido restringida por el gobierno, sigue atrayendo a miles de personas cada año?
El misterio del Monte Kemukus: ¿Fortuna o fe?
El ritual que tiene lugar en Monte Kemukus no es para los débiles de corazón. Cada 35 días, coincidiendo con el viernes de Pon del calendario javanés, miles de peregrinos se congregan en esta montaña. El ritual comienza de manera aparentemente inocente, con oraciones y ofrendas de flores en la tumba de Pangeran Samodro y Nyai Ontrowulan, pero lo que sigue es lo que lo convierte en una práctica única y, para muchos, escandalosa.
Se cree que, para ser verdaderamente bendecido con buena fortuna, los participantes deben tener relaciones sexuales con alguien que no sea su cónyuge. Este acto debe repetirse siete veces consecutivas, cada 35 días, para que el ritual tenga el efecto deseado. “Para llenarse de bendiciones y dinero, hay que acostarse con alguien que no sea tu esposo o esposa”, explica Soeparno, un conocedor del ritual.
¿Una economía impulsada por la superstición?
A lo largo de los años, el Monte Kemukus ha sido testigo de un flujo constante de peregrinos que, desesperados por mejorar sus vidas, acuden a la montaña buscando un golpe de suerte. 8,000 personas pueden llegar en una sola noche, un número asombroso que habla tanto de la popularidad del ritual como de su impacto económico.
En cada visita, los peregrinos pagan una pequeña tarifa de entrada, que, aunque insignificante en valor, se multiplica con el volumen de asistentes. Además, el ritual ha dado lugar a toda una economía paralela: puestos de comida, alojamiento y hasta karaoke, todo pensado para mantener un ambiente festivo en medio de un acto que, para muchos, es profundamente personal.
Los negocios locales florecen gracias a estos eventos, y no es raro escuchar historias como la de un pequeño comerciante que, tras participar en el ritual, vio un aumento inesperado en sus ventas. “Lo hago por los negocios”, comenta un participante habitual. Estas historias se han transmitido de boca en boca, reforzando la creencia en el poder del ritual y atrayendo a más personas en cada ciclo.
El precio de la fe: consecuencias morales y sanitarias
Sin embargo, el gobierno de Indonesia no ha visto con buenos ojos esta práctica. Preocupaciones morales y sanitarias han llevado a que el ritual sea restringido en diversas ocasiones. La promiscuidad, facilitada por las circunstancias del ritual, aumenta el riesgo de enfermedades de transmisión sexual, un tema que no puede ser ignorado.
A pesar de estas restricciones, el ritual sigue siendo practicado, aunque ahora con cierta clandestinidad. Muchos de los participantes lo hacen en secreto, temiendo tanto el estigma social como las consecuencias legales. No obstante, el Monte Kemukus sigue atrayendo a quienes están dispuestos a arriesgarse por la promesa de una vida mejor.
Entre el mito y la realidad: ¿Qué impulsa realmente a los peregrinos?
Las motivaciones de quienes participan en este ritual son tan variadas como sus historias. Desde pequeños empresarios hasta personas desesperadas por un cambio en su vida, todos comparten una creencia en el poder místico de la montaña. “Aquí hay muchos hombres de negocios que te dicen que funciona, que antes su negocio no estaba rindiendo y después sí”, comenta Pak Slamat, un hombre que ha presenciado innumerables rituales a lo largo de los años.
Sin embargo, no todos están ahí por las mismas razones. Algunas personas, como Ibu Winda, lo hacen por un sentido de conexión emocional. Ella ha estado viniendo a “La montaña del sexo” durante los últimos 10 años, no tanto por los beneficios económicos, sino por la relación que ha desarrollado con otro participante. “Nos comportamos como marido y mujer”, dice, dejando en claro que para algunos, el ritual es tanto una experiencia espiritual como una emocional.
Reflexiones sobre una tradición que desafía el futuro
El Monte Kemukus es, sin duda, un reflejo de las complejas interacciones entre la fe, la cultura y la economía. En una sociedad donde la religión juega un papel central, este ritual, que parece ir en contra de todas las enseñanzas islámicas, sigue vivo y en crecimiento. La pregunta que queda en el aire es: ¿Cómo reconciliar estas prácticas con las normas sociales y religiosas que, en teoría, las condenan?
¿Es posible que en un futuro, a medida que las generaciones cambien y las creencias evolucionen, el ritual de Monte Kemukus pierda su relevancia? O, por el contrario, ¿seguirá siendo un ejemplo de cómo las tradiciones más antiguas pueden sobrevivir, adaptarse y florecer en un mundo cada vez más moderno?
Sin duda, el Monte Kemukus seguirá siendo un tema de debate, no solo en Indonesia, sino en cualquier lugar donde la fe y la razón entren en conflicto.