O sus películas me parecen un soberano coñazo pretencioso, o me parecen una obra impecable de maravillosa factura. Me pongo a repasar la obra del texano y no puedo evitar de meter (con calzador) la metáfora de subirse en una montaña rusa.
Disfruté como un enano con Academia Rushmore (1998) protagonizada por un jovencísimo Jason Schwartzman, de ahí pasé a desesperarme y aburrirme con Los Tenembaums (2001) y la insoportable, Viaje a Darjeeling (2007), volví a cobrar la ilusión con la maravillosa Fantástico Sr. Fox (2009) para que otra vez, Moonrise Kingdom (2012) me dejara frío.
Y así, subido en la montaña rusa de la obra de Wes "pelo churretoso" Anderson llegamos a la reciente El gran hotel Budapest.
Y es aquí donde nos encontramos con la que es la mejor película de este director,"El gran hotel Budapest" es una de esas películas que se vuelven maravillosas gracias a la estética: el vestuario, la dirección de arte y la fotografía están tan cuidadas que es imposible no enamorarse de cada uno de los bellamente simétricos y estrambóticamente coloridos planos.
Ralph Fiennes encabeza un gran reparto donde todos están algo exagerados, tal y como pide el guión: Saoirse Ronan, Bill Murray, Jude Law, Tilda Swinton (escondida bajo el maquillaje), Lea Seydoux, Edward Norton... Son muchos los rostros que se pasean por la pantalla para poner su granito de arena al goce del espectador. Hay dos palabras que resumen este film (y la crítica): sorpresa y estética.
Y es que toda la película supone una sorpresa tras otra, siendo la estética lo único que se mantiene estable, bellísima desde el primer plano.
Por primera vez en su carrera cinematográfica, Anderson ha dejado de mirarse su propio culo, y aparte de preocuparse de la estética, ha conseguido contar una historia fascinante...
Wes Anderson "Soy moderno y lo sabeis"
PUNTUACIÓN: