Mountain Wilderness, una asociación internacional sin ánimo de lucro, que trabaja, según aseguran, por defender la montaña en cualquier parte del mundo, se hace esta pregunta: "¿Qué ocurrirá si no nos preocupamos por conservar de las montañas el lado salvaje que ahora muestran?".
Si es verdad que, para quienes hemos nacido en ellas, sería conveniente mantenerlas limpias, sin llegar a niveles de los que habla esta asociación que nació en 1987 en Biella (Italia), y que se dedicó todos estos años a concienciar y participar en la limpieza de zonas de montaña europeas, entre las que se encuentran Ayllón, Guadarrama y Gredos y otra instalada en Cataluña.
Al hilo de esta pregunta, que tiene su fundamento y que lanzaba hace unos meses un medio nacional, conviene concienciar a quienes tanto les gusta recorrerla sobre la necesidad de mantenerla limpia; más fácil aún, de no mancharla cuando andamos por ella. Lo que ocurre es que a nuestros montes, que son importantes también, por lo que aportan al medio, no llega nadie con su grito. Y si llega en alguna ocasión por una denuncia o un descuido, nadie vuelve los ojos para defenderla. O sea que, no todas las montañas tienen voz, como ocurre en los demás apartados de la vida.
En un post de hace ya un par de años recordaba la rapidez con la que el guarda montes llegó a casa para pedirme licencia de obras y recordarme que los escombros había que llevarlos a Herrera.
Le recordé entonces y ahora vuelvo a hacerlo, que a cien metros había torres de la luz tiradas, una pedrera enorme y máquinas en desuso. Algo se logró. Unos meses después, la compañía eléctrica se llevó las torres que estaban abandonadas, pero la piedra, la maleza, las columnas de cemento siguen en el mismo sitio. Y si nos cuesta tanto ordenar lo poco, ya se imaginan los impedimentos que nos frenan para que los montes, en general, dejen de ser el depósito de los residuos, o las eras del pueblo se llenen de basura.