Eso es lo que voy a sugerir en este libro que ahora llevo entre manos y que, si todo marcha bien estará en las librerías palentinas en el plazo de un año.
Metido de nuevo en la aventura, notas de historia y de leyenda de todos y cada uno de los pueblos que comprenden la montaña palentina. La idea no es nueva y si el románico luce espléndido y es una carta de presentación única en la comarca de Aguilar, la historia no desdice tampoco en los Santuarios más importantes del norte, la Reserva de los bisontes en San Cebrián de Mudá, Centro de interpretación de la Cigüeña en Barrio de San Pedro, la Casa del Oso en Verdeña, la Casa del Parque en Cervera de Pisuerga, la ruta de los pantanos y la historia que pende de cada uno de estos lugares, sin olvidar el encanto de despoblados como Frontada y de pueblos que siguen latiendo bajo mínimos, como los Llazos.
Es verdad que en los últimos años se ha retratado de arriba a abajo la montaña palentina; quienes hemos nacido en ella no nos cansamos de retratarla y de verle retratada por otros. Es como regresar después de un tiempo y quedarse uno embelesado paseando por los mismos sitios, aunque muchos de sus huertos estén ya abandonados.
Aunque parezca increíble, para mi está resultando un viaje nuevo y gratificante, pues si bien he recorrido virtualmente cada uno de los pueblos, venir a visitarlos con la disculpa de la foto, te acerca a ese poso de historia y de esplendor que lucieron en otras épocas y el grito de quienes aquí siguen alienta a reparar plazas, templos y ermitas que hacen la delicia de tantos ojos como hoy se acercan a admirarlos. Al tratarse de una provincia pequeña como la nuestra, y de su montaña, tan desconocida todavía a pesar del esfuerzo de empresas e Instituciones, todo es poco para que aflore y se prodigue su conocimiento en otros puntos y entre mucha gente que a lo mejor está buscando un poco de arte, un poco de gastronomía, un poco de paisaje.
Y eso es lo que voy a sugerir en este libro que ahora llevo entre manos y que, si todo marcha bien estará en las librerías palentinas en el plazo de un año.
Imagen: Samuel Martínez, Sierra de Redondo