De entre todas las especies que pueblan el mundo del arte contemporáneo, el coleccionista suele ser la figura que menos se prodiga en los medios o procura pasar por ellos con mayor discreción. Existen notables y exhibicionistas excepciones, pero, por lo general, sabemos tan poco de ellos que, cada vez que uno asoma la cabeza se generan enormes expectativas ante sus movimientos.
William Eggleston, “Untitled” (Blue Car on Suburban Street)
Ocurre con la muestra que hermana a las fundaciones barcelonesas Suñol y Foto Colectania. Inaugurada el pasado 23 de febrero, se convierte en la primera coproducción entre la Fundació Foto Colectania y la Fundació Barrié, un evento comisariado por Régis Durand que reúne más de 165 obras de 50 artistas distintos.
Partiendo de la pregunta “cómo habitamos y construimos el mundo”, cuyo título surge de un poema del autor alemán Friedrich Hölderlin, la exposición se ha dividido en tres ámbitos (dos de ellos ubicados en Foto Colectania y el tercero en Fundación Suñol) que analizan, respectivamente, la forma física y espiritual del mundo; los métodos usados por el hombre para enfrentarse a ella; y, tercero, el rol de la fotografía a la hora de plasmar el paso del tiempo.
Gillian Wearing, “Trauma #4″Así, en el primer ámbito ya encontramos la diversidad técnica que será el común denominador de la muestra, como la premeditada ausencia de estilo de Ed Ruscha, la capacidad para dotar de singularidad lo ordinario de Stephen Shore, las ficciones parciales de Alain Bublex y el trabajo sobre maquetas de Thomas Demand o los arquitectos de la escuela Vkhutemas.
El segundo ámbito, titulado Estar en el mundo, hace hincapié en los recursos del ser humano a la hora de enfrentarse a la vida, ya sea en un contexto laboral, social u ocioso. Aquí encontramos a clásicos como Lee Friedlander o Walker Evans compartiendo espacio con propuestas más contemporáneas, como los trabajos de Jackie Nickerson, Zwelethu Mthethwa, ubicados temporalmente en la primera década del siglo XXI.
El tercer ámbito, Flujos, signos y símbolos, se centra más en el acto fotográfico y documental, con una selección de obras ecléctica que incluye a fotógrafos como Roni Horn y su estudio sobre la mutabilidad del agua; o los glaciares de Olafur Eliasson, un paisajismo que juega por igual con tiempo y espacio.
Gregory Crewdson, “Untitled” (Merchant’s Row)
La morada del hombre. Fotografías de la Colección Martin Z. Margulies se convierte automáticamente en un evento remarcable, tan lúdico como didáctico, en el que, aparte de disfrutar de piezas emblemáticas, podemos hacer un seguimiento de las inquietudes estéticas de varias generaciones de fotógrafos, una crónica que recorre décadas hasta detenerse a comienzos del siglo XX, abarcando unos cien años que estarán a nuestro alcance hasta el próximo 16 de junio.
Sobre Martin Z. Margulies:
Aunque su afición por el arte le viniera de antes, su labor coleccionista no da comienzo hasta 1976, cuando adquiere una pieza de Isamu Noguchi. A partir de aquí, el financiero desarrolla una carrera paralela que se extiende durante unos 35 años y que, aparte de reunir obras de variados estilos y disciplinas, compagina con una inmersión en la comunidad artística de su país, los Estados Unidos, aparte de con un constante compromiso hacia la comunidad y los jóvenes desfavorecidos. Filántropo contemporáneo, Margulies acumula reconocimientos a lo largo de su vida, y su colección, en concreto la fotográfica, un puesto de honor en la lista de las 25 más importantes del mundo.