Revista España
En esta ocasión os traigo un pequeño invertebrado. Hace unos días recogí del suelo un pequeño Vencejo que, probablemente, abandonó su nido antes de aprender a volar lo suficientemente bien como para defenderse solo. Con el polluelo volantón en las manos, observo que entre las plumas asoma una especie de mosca como quien se asoma a la ventana entre las cortinas. Con una rapidez increíble salta y, dando un pequeño vuelo, se abalanza sobre mi cabeza. Como parece que se siente más a gusto entre las plumas que dentro del pelo humano, aguanta poco tiempo sobre mí y sale de inmediato de mi cabeza, posándose a mi lado, momento en que aprovecho para hacerle varias fotografías, entre la que está la que acompaña a este texto.
Este pequeño resulta ser un parásito de ciertas aves, a quienes les chupa sangre, y se le conoce como mosca piojo (Crataerina pallida). Tiene cierto parecido en tamaño y aspecto a la mosca doméstica pero tiene las alas mucho menores y las patas con numerosos ganchos con los que poder aferrarse a sus hospedadores. No realiza largos vuelos pero se mueve increíblemente rápido, saltando en ocasiones al ser humano. Posee un cuerpo tan duro que resulta difícil que sea aplastada. Para el ser humano resulta una especie molesta, no siendo peligrosa, aunque la mayor parte de la gente siente repugnancia y asco por ella.