Medio millar de taxis permanecen recorriendo por las noches las calles de Montevideo. Uno de sus conductores ha sido Lear. Todos alguna vez le han preguntado qué nombre es ese y él no tiene el mínimo reparo en explicar que se debe al personaje de un tema de The Beatles, por los cuales su madre sentía idolatría.
La influencia materna, y haber crecido al ritmo de sus melodías, lo indujo a sentir admiración semejante. Su curiosidad por conocer el mensaje que transmitían aquellas canciones lo llevó, diccionario en mano, a traducir cada una de ellas. Por eso no le parece extraño que, acompañado acontecimientos de su vida, asomen en su mente pasajes de aquellos temas.
No podría decirse que ese asunto sea una excentricidad, quizás sí lo sea otra de sus costumbres, la de llevar desde joven un diario íntimo que, ante sus treinta y cinco años de vida, sumarán decenas de cuadernos manuscritos.
Fuera de esos detalles y la incógnita que representa no saber nada sobre su padre, todo había resultado normal en la vida de Lear hasta el momento en que lo vemos aparecer en la novela, semanas después de haber dejado con Julia, su novia.
La soledad de sus noches de vigilia y esta circunstancia amorosa, provocan que en Lear despierten genes dormidos heredados de su progenitor. Nuevos acontecimientos, extraños, de tan dudosa como creíble existencia, encierran a Lear en un mundo de interrogantes donde resulta difícil deducir bajo qué cubilete se encuentra su realidad.
El texto, narrado en primera persona, sume al lector en semejantes dudas que aquellas que se plantea el protagonista. Algunos verán la bolilla bajo uno de los cubiletes, otros la verán en otro, sobre todo teniendo en cuenta que algo, en la cabeza de Lear, no está funcionando bien, y tanto que alguna vez llegará a evaluar la posibilidad de asesinar a Julia.
Algo, quizás la magia de los Beatles, extrañas alucinaciones o mera buena fortuna, evita que la psicosis que ha comenzado a afectar a Lear lo lleve a producir daños, al contrario, esa suerte de enfermedad habrá de salvarlo.
Esta psicopatía pone a su alcance un arma secreta, y lo hará para ayudarlo a reconquistar a la dueña de su amor. Se materializará en la forma de un nieto venido del futuro gracias a métodos novedosos, nada convencionales, y que también le permitirán al propio Lear conocer el mañana. ¿O no? ¿Será esto posible? Quizás, pero de todos modos Lear logrará sortear todos los escollos y triunfar en la vida.
"La mosqueta" es un texto irreverente, transitando a veces con destellos de un humor irónico que envuelve a la ciudad de Montevideo en un entorno cuasi surrealista, y debe su título a la incertidumbre de no estar seguros en cuanto a cual de los cubiletes oculta la bolilla de la realidad.
La prosa es fluida y simple, pero adquiere complejidad a medida que el protagonista se sumerge en su destino y crece, su personalidad se alimenta de su ¿enfermedad? llevándolo a adquirir mayor confianza en sí mismo y crecer como persona.
La novela no puede encasillarse en un solo género, pues narra aconteceres de la vida y ésta rodea a Lear con su gran variedad de atributos. Se trata de una fantasía con toques de ciencia ficción, de amor, sexo, humor y drama.
Es una novela diferente, amena, y abarca un amplio espectro de posibles lectores, donde la edad y el nivel intelectual no son óbices para su disfrute.
¿Lecturas con cierto grado de aproximación? Pues, salvando las distancias, algunas por estilo narrativo, otras por manejar elementos semejantes, todas por el mundo particular y la forma de razonar de sus protagonistas: La conjura de los necios, El guardián en el centeno, Matadero cinco, La senda del perdedor, El infierno.
Datos técnicos
Editorial: -
Nº de páginas: 374
Formato: Epub / Tapa blanda
Año de edición:
ISBN: B00U62L812
Precio: 5.46€ / 14.33€
Empecemos por el final, si buscas una novela diferente, que te deje descolocado, esta es tu historia. Un libro singular, capaz de desconcertar al lector. Es imposible encasillar La mosqueta en un solo género, podríamos decir que tiene su toque de CCFF pero también ingredientes surrealistas, toques de humor, un poquito de drama y ¡hasta hay espacio para el amor!
En ocasiones libros así son necesarios para oxigenar la literatura, ofreciendo tramas diferentes, alejadas de la linealidad que por desgracia es tan frecuente. La mosqueta recoge las semillas de El guardián entre el centeno, un libro de culto que aún siendo por su contenido apto para todas las edades, puede provocar sentimientos encontrados entre sus lectores. También vemos influencias de libros como Matadero cinco o La conjura de los necios.
Como siempre, antes de andar las siete cuadras hasta mi apartamento recorrí la acera de la casa de Julia.
"El largo y tortuoso camino que conduce a tu puerta nunca desaparecerá. He visto ese camino antes, siempre me trae aquí, me conduce a tu puerta."
La estructura de la narración facilita bastante su lectura, consiguiendo que la misma resulte bastante entretenida, dejándonos llevar por su narrador intradiegético, siguiéndole en sus reflexiones, en sus acciones y en sus conclusiones. Según avanza la obra consigue crear un clima de confusión en el que resulta casi imposible separar la fantasía de la realidad.
Pero ese aparecido, esa visión, aberración o espejismo... ¿Había sucedido realmente la escena, policía incluido? ¿O era el mal dormir y la insatisfacción introduciéndome en un sueño demasiado palpable durante un adormecimiento? Estaba comenzando a creer eso y dejar de preocuparme cuando volvió a ocurrir.
Es importante señalar que aunque en sus primeras páginas pueda parecer un libro tedioso, según vas avanzando y adentrándote en la historia, acabas valorando esa minuciosidad en su escritura. Sin duda un libro algo descabellado, pero con un trasfondo muy reflexivo e interesante.
PD: Es recomendable pasar un poco por encima de la sinopsis para así dejar margen a que el libro sorprenda.
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