Revista Sociedad
La muerte de Eloy Gutiérrez Menoyo: Para Cuba nunca fue un traidor
Publicado el 28 octubre 2012 por Jediloy @jediloyEl español que se arrimó a Fidel Castro, quien nunca le tragó, luchó primero por derrocar a Batista, se pasó 22 años en la cárcel, se fue al exilio y en 2003 retornó enfermo y arrepentido a la isla.- Al morir esta semana, residía con estatus "alegal" en La Habana.
Eloy Gutiérrez Menoyo, en una imagen tomada en La Habanaa su regreso en 2003
Para muchos muere un traidor, para Cuba inexorablemente, nunca lo fue. Menoyo nunca existió en la vigencia ni en el ideal político de Cuba, aunque se le hayan atribuido villas y castillas como una figura de la Revolución cubana. En realidad, nunca lo fue.
Un libro editado en Cuba en 1991 –y eso no se hace todos los días para desacreditar a alguien que nunca existió- “Yo nunca fui un traidor", destapó ya hace dos décadas las dimensiones de un personaje de contra que desde el primer día el castrismo advirtió en él.“Nunca fui un traidor: retrato de un farsante” (Roberto Orihuela, La Habana, editorial Capitán San Luis, 1991, agota en 400 páginas la equívoca personalidad farsante de un personaje que se vinculó al proceso revolucionario cubano, pero de forma negativa. Cuba le abrió las puertas a Manoyo, porque sabía lo que quería y esperaba de él. Menoyo se pasó la vida haciendo el juego de Judas. Con él Cuba le vendió el alma al diablo, sabiendo lo que esperaría de él.
En aquel revelador documento que el propio régimen encargó al escritor y dramaturgo cubano Roberto Orihuela, no hubo desperdicio en cocinar la personalidad de revolucionario férreo que la historia dibujó en Menoyo. A Orihuela le encargaron el libro que no escribe cualquiera.
Revisado y corregido, el título vio la luz: “YO NUNCA FUI UN TRAIDOR” es una mirada desgarradora de toda la trayectoria funesta de Menoyo. No mucho se dijo entonces, porque ya el seudocomandante estaba en la diáspora.Sin embargo hay sus lagunas, e imagino que para el propio autor, quien escribió lo que quiso Cuba que se escribiera. Roberto Orihuela –a quien conocí en ese tiempo convulso de en que su libro al propio tiempo se debatía entre el pulimento y la censura.
Para todo el que conoce la historia de la última etapa de lucha de la revolución cubana, cuando se pregunta ¿Quién fue Eloy Gutiérrez Menoyo? Salta la imagen del férreo comandante del Ejército Rebelde que se arrimó a Fidel y bien pronto comenzó a conspirar contra su Revolución.Sin embargo, el libro encargado a Roberto Orihuela, despeja que Eloy Gutiérrez Menoyo nunca traicionó, ni a Fidel Castro ni a su revolución, porque, sencillamente, para Cuba estaba claro que el español no fue más que un agente a sueldo del imperialismo desde antes de incorporarse a la lucha revolucionaria. Un hombre de los servicios de inteligencia norteamericanos que el castrismo estuvo controlando desde el primer día vestido de Comandante.
Desde el primer día en que aterrizó en la isla, ya se sabía que Menoyo iba con la misión de crear en el centro de la isla, en las montañas del Escambray, un frente guerrillero, con la finalidad de frustrar el avance del movimiento revolucionario cuando él era junto a Che Guevara y William Morgan, un coprotagonista de la Revolución Cubana. Fue uno de los guerrilleros que entró triunfante en La Habana en enero de 1959. Su gloria le duró dos años hasta 1961, en que huyó clandestinamente Cuba.
Por eso para Cuba, Gutiérrez Menoyo nunca fue un traidor, porque sencillamente no existió. Un agente a sueldo de los servicios de inteligencia norteamericanos, a quien el régimen nunca le perdió pies ni pisadas.Eloy Gutiérrez Menoyo, el español -nacido en Madrid el 8 de diciembre de 1934- que luchó para derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista en 1959 y frenar el avance de Fidel Castro, murió esta semana en La Habana, a los 77 años.
Su vida fue un calvario de incógnitas, en que permaneció encarcelado durante 22 años primero y, luego, en el crepúsculo de su vida se vuelve enfermo a La Habana, y el castrismo inesperadamente le abrió las puertas.En cualquier caso, lo que ahora narran las agencias son ideas difusas para un espía disfrazado de héroe: “Un aneurisma se llevó ayer al hombre que le plantó cara a su ex amigo Fidel Castro” La historia real describe que en 1961, Menoyo huyó a Estados Unidos y se mudó a Miami, donde se convirtió en líder militar del grupo anticastrista radical Alfa 66.
Sorpresivamente se fue a morir a La Habana con una hoja de acciones que inexplicablemente el régimen le perdonó. Regresó a Cuba en 1964 con la esperanza de lanzar un levantamiento armado, pero fue capturado y pasó 22 años en prisiones cubanas. Fue liberado en 1986 con la mediación del ex presidente español Felipe González y enviado a España antes de mudarse a Miami en 1987. En la cárcel perdió la visión de un ojo y parte de su capacidad auditiva.
Gutiérrez-Menoyo no pudo cumplir su sueño de abrir una oficina para Cambio Cubano, el movimiento que fundó en 1992 y que promovía el diálogo. Una actividad que fue considerada "demasiado suave" por algunos exiliados de Florida.Nadie sabe a ciencia cierta porque Menoyo se fue a morir a La Habana. Ni su familia cuando el regresó a La Habana en 2003, y mucho menos el oficialismo que siempre ha mantenido un mutismo sobre su figura salvo el libro encargado que le ignora y desmarca por muchas razones, porque, en realidad, nunca fue un traidor. Ahora está muerto con muchas incógnitas. Para unos fue un «contrarrevolucionario» connotado y para otros un «dialoguero» que no fue más allá de sus ansias.