Según el dictamen forense, la muerte de la diva se trató de un suicidio; un diagnóstico basado en su historial psiquiátrico y sus intenciones previas de quitarse la vida. Aún así, en la autopsia no se encontraron rastros de barbitúricos en el estómago de Marilyn Monroe, tampoco se halló ningún tipo de recipientes para beber dentro de su habitación. A esto se añaden muchas más inconsistencias, testimonios contradictorios, pruebas extrañamente desaparecidas y horarios que no concuerdan, entre otras.
Algunos creen que los dos hermanos Kennedy habían vivido un intenso romance con Marilyn, quienes pudieron haberle revelado información confidencial a la diva y que luego ella amenazó con divulgarla públicamente al ser supuestamente rechazada por J.F. Kennedy. Bernard Spindel, un espía que se encontraba siguiendo a la artista por orden de Jimmy Hoffa o del jefe de la mafia Sam Giancana, declaró que había escuchado una fuerte discusión esa noche entre Bobby Kennedy y Marilyn, con gritos y amenazas, pero los audios grabados fueron destruidos por el Fiscal en 1966.
Otra versión sostiene que la mafia fue la que perpetró el homicidio, con el propósito de inculpar a los Kennedy o para impedir que Marilyn delatara alguno de sus propios secretos (aunque también podrían haber estado al servicio del mismo Bobby).
Incluso una de las conjeturas considera que el psiquiatra de la actriz, el Dr. Greenson, pudo haber cometido el asesinato, para tratar de ocultar una escandalosa relación amorosa con su paciente. Si bien el oscuro manejo del caso ha dado lugar a éstas y otras hipótesis, la verdad de lo sucedido entre el anochecer y amanecer del 4 y 5 de agosto de 1962, sigue siendo un completo misterio.