El segundo diario noruego de mayor circulación, el Aftenponsten, publicó hace unos días una noticia-esquela en la que anunciaba la muerte de Santa Claus, el popular Papá Noel, a la edad de 226 años. Se creó tal revuelo en las redes sociales que el periódico se vio obligado a levantar la noticia de su página web y a pedir disculpas a sus lectores por lo que considera "un error imperdonable que va contra sus principios periodísticos elementales".
Creo que aún están buscando al responsable del oportunista desaguisado, seguramente algún redactor bromista porque, según hemos podido saber aquí en España, no es cierto que Papá Noel haya fallecido. Fue el diario ABC quien "descubrió " a sus lectores la verdad de la buena: " Papá Noel no había muerto...
¡Cuándo todos sabemos que es inmortal y que la edad no le impide llevar
sus regalos por todo el mundo! El error ha causado conmoción en un país
en el que miles de niños esperan entusiasmados a que el barbudo inicie
su viaje alrededor del mundo", cito textualmente la aclaración del diario español, que afirma de buena fuente que "el
regordete vestido de rojo se pondrá
en marcha en breve para repartir amor y regalos por todo el mundo".
Afortunadamente ABC desmintió la información que, según el diario español, había hecho llorar a miles de niños por el falso "cruel asesinato".
Sabemos que el noruego es un país avanzado y a lo mejor hasta los niños de menos de ocho años leen cada día los diarios y deben tener abiertas cuentas en tuitter y facebook en las que esas informaciones se viralizan y les influyen sobremanera. No sería el caso del periódico español, el centenario ABC, cuya media de edad de sus lectores sobrepasa los cincuenta años y al que este tipo de noticias y desmentidos les debe tranquilizar y hacer confiar en su periódico. La credibilidad es fundamental para la prensa que cada día anda más de capa caída.
ABC se ha marcado un tanto. Papá Noel nos traerá nuestros regalos y hasta un gobierno nuevo.
Sin embargo, la muerte económica de Santa Claus estuvo a punto de convertirse en realidad hace unos meses cuando su oficina en Laponia sorteó milagrosamente la quiebra y pudo atender in extremis sus compromisos con Hacienda. Aquí, en España, Montoro le hubiera hecho llorar como a a un niño con la subida de impuestos que nos va a dejar con más IVA y con menos regalos. Pero eso es otra historia que a lo mejor no cuenta ABC.