Revista Historia

La muerte de Rasputín

Por Miguelo87

La influencia que Grigori Yefímovich Rasputin (en ruso: Григорий Ефимович Распутин), mejor conocido como Rasputín, llegó a tener sobre la familia imperial rusa, y en especial sobre la zarina Alejandra, despertó el resentimiento de la nobleza rusa, quienes veían en el "Monje loco", el fin de la monarquía rusa.

La muerte de Rasputín

 

Este campesino saltó de su natal Tobolsk, Siberia, al palacio imperial en San Petersburgo, porque tenía la fama de ser curandero, y él mismo decía que su poder era semejante al de Cristo, lo cual le valió llegar a Palacio con tal de curar la hemofilia que aquejaba al zarevich Alexis. Sin embargo, el campesino aprovechó tal situación para influenciar en la vida política de Rusia, así como en la familia real Romanov.
Los excesos y la vulgaridad que eran parte de la vida íntima de Rasputín, dieron pie a que se tramaran varios intentos de homicidio hacia él, pero de alguna u otra forma, todos fracasaron. Hasta que el príncipe Félix Yusúpov y el duque Dimitri Romanov (primo del zar Nicolás II), decidieron darle muerte, tras un astuto plan que contemplaba ganar la confianza del siberiano, para luego asestar el golpe mortal la noche del 29-30 de diciembre de 1916. Años después Yusúpov escribió la conspiración para matar a Rasputín en el libro El fin de Rasputín.

 

La muerte de Rasputín
La muerte de Rasputín
La muerte de Rasputín

 

Yusúpov de muy mala gana, logró tener la confianza de Rasputín, y conforme al plan, lo llevó al Palacio Moika para que conociera a Irina, su esposa. Aunque en realidad, fue un engaño premeditado para hacerlo caer en la trampa, porque Rasputín estaba deseoso de conocer a la esposa del príncipe, pero esta no se encontraba en el edificio, ni siquiera estaba en Rusia.
De acuerdo al plan (y con el libro de F. Yusupov), se colocaría cianuro en los pasteles destinados al postre, pero a pesar de que la dosis en dichos pasteles fue grande, el veneno no surtió efecto alguno en su víctima, solo sentía "un cosquilleo en la garganta". Ante tal situación el príncipe Félix disimuló ante Rasputín y subió al piso superior a "hablar con Irina", donde con desesperación dijo a los demás conspiradores que el plan de envenenarlo había fallado, pensando en si Rasputín era inmortal o era un demonio encarnado. Vladimir Purishkevich, otro de los conspiradores, le animó a que cambiaran de táctica, y matarlo con su pistola.

 

La muerte de Rasputín

 

Mientras Rasputín miraba un crucifijo de plata, Yusúpov le disparó con su revólver en la espalda, según dice, cerca del corazón, y cayó al suelo aparentemente muerto. Yusúpov se volvió hacia él para examinar a la víctima, pero para su sorpresa, Rasputín despertó y le asió fuertemente del hombro. Yusúpov grita a Purishkevich que Rasputín no ha muerto, así que este huye mientras Purishkevich le espera para acribillarlo a balazos en su intento por salir. Pero el místico siberiano sale por otra puerta, donde apenas y logran dispararle otras tres veces; tiros de los que solo el tercero le lastima el hombro, lo hace caer, pero no lo mata. Purishkevich llega ante Rasputín y le asesta un tiro en la cabeza. El "cadáver" fue envuelto y arrojado al río Neva, entonces congelado, pues el palacio se encuentra en la ribera del río. Sin embargo, cuando se hayó el cadáver de Rasputín, la autopsia reveló, que a pesar de encontrar el veneno en el estómago y las heridas de bala, la muerte de Rasputín se debió por ahogamiento.
La muerte del titiritero de la familia real rusa, dio mucho de qué hablar dentro y fuera de Rusia. Félix Yusúpov y Dimitri Romanov fueron exiliados, aunque posteriormente regresaron a Rusia, para luego huir nuevamente ante la victoria de los soviéticos durante la Revolución rusa. Purishkevich no fue exiliado, pero en su estancia en la posterior Unión Soviética, fue condenado a obras públicas por oposición a los soviéticos.


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