Revista Salud y Bienestar

La muerte de un hijo

Por Pedsocial @Pedsocial

La muerte de un hijoLa muerte de un hijo es la peor experiencia que se puede tener. Nada lo supera: ni la muerte de los que nos precedieron, ni la de los que comparten nuestra vida, ni la de los que son nuestros referentes. Y creo que no se supera nunca. Como mucho se acomoda o la resignación la relativiza. Pero nunca se olvida.

La Pediatría ha tenido como principal objetivo evitar la mortalidad infantil. Y ese compromiso se ha visto recompensado por una gradual disminución de las muertes prematuras de seres humanos antes de alcanzar la plenitud de sus vidas y convertirse en personas útiles a si mismos y a sus congéneres. Aún así, todavía restan situaciones y circunstancias patológicas en nuestro ya avanzado primer mundo que acaban con la vida de miembros de nuestra sociedad en edad infantil a pesar de todos los esfuerzos. Casi desaparecidas las principales causas infecciosas gracias a las vacunas y los antibióticos, permanecen como ominosas situaciones las enfermedades congénitas, los trastornos metabólicos de origen genético y las neoplasias.  

Hace unas semanas el Futbolista y entrenador de futbol Luis Enrique Martínez perdía a su hija Xana, de nueve años, que había fallecido tras cinco meses luchando contra un osteosarcoma. La popularidad del padre llevó a los medios a difundir la noticia, anunciada por el propio padre y nos enfrentó de nuevo con la dura realidad de la incapacidad de ofrecer tratamientos eficaces ante algunas patologías.

Este blog, en las casi mil entradas, incluye 101 referencias a la muerte de niños. Infrecuente como es en nuestro medio, sigue siendo una parte de nuestra experiencia. Infrecuente hasta el extremo que muchos de nuestros residentes pueden acabar su período de formación sin haber pasado por la experiencia de sentarse al otro lado de la mesa con unos padres a los que notificas lo irremediable. Lejos de aquellos días en que en mi colegio de médicos provincial me informaron que era el médico que firmaba más certificados de defunción de toda la colegiación. Largos años de Medicina de Urgencias y Cuidados Intensivos que gradualmente pude dejar atrás, y que otros tomaran el relevo.

Aún así, la experiencia apenas sirve para componer una postura de seriedad y compasión cada vez que a alguien le tienes que decir que se le muerto su hijo.

Mi máxima solidaridad con los profesionales que se vean en esos trances. Pero que no olviden que no hay nada peor que la muerte de un hijo.

X. Allué (Editor)

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